domingo, 31 de octubre de 2021

Lección 88, Séptimo Grado, Segunda Orden

 Séptimo Grado, Segunda Orden "Adepto Liberado":

"El Sacerdote ¿Ministro o Pastor?"


Existe una gran confusión, debido a las iglesias cristianas protestantes, en considerar que un Sacerdote es, algo así, como el pastor de un rebaño; en este caso de una congregación de fieles. Esto vino, como consecuencia y durante la "Reforma Protestante", por relacionar la Religión con los poderes políticos; en este caso por permitir la protección de los príncipes "alemanes" que se oponían a la Dinastía de los Habsburgo, afecta al Catolicismo y al Papa de Roma.


Aunque Jesús utilizó parábolas donde hablaba de ovejas y rebaños, no dejan de ser otra cosa que metáforas. Dios concedió a la Humanidad el Libre albedrío; es decir, la posibilidad de elegir entre diferentes opciones porque quería al Ser Humano libre y no sujeto a algún tipo de vasallaje. 


Con el tiempo, las parábolas han terminado por ser interpretadas de forma literal, hasta el punto de entenderse que, para ser un buen cristiano, el individuo debe de ser obediente disciplinado respecto a una serie de doctrinas y dogmas que estàn administradas por un pastor, en el caso de las iglesias "reformadas" o por un cura, obispo o cardenal, en caso de su matriz de origen, la Iglesia Católica.


El Sacerdote no debería de ser algún pastor, en cuanto no posee poder político y terrenal para administrar la fe de sus feligreses. La Fe es algo absolutamente individual y sujeto, por Ley Divina, al Sagrado Libre albedrío de la individualidad de los seres humanos.


El Sacerdote o Predicador es un servidor, un ministro, de la Palabra de Dios. Se trata de alguien que convive con nosotros, en este Plano; pero que se encuentra en posesión del Conocimiento necesario, la Gnósis, con la que ayudar, mediante la palabra, a todos aquellos que, sintiéndose perdidos, la soliciten. Un Sacerdote o Predicador no son intermediarios de un Poder ejecutivo terrenal con los feligreses, sino una valiosa fuente de conocimiento para hallar el Camino de la Verdad del Ser Interno, el cual, solo él, Christos, es el único mediador entre el Incognoscible, Dios o Pleroma, y las personas.


Un Sacerdote no tiene la capacidad espiritual para decidir lo que los hombres deben o no deben de hacer. Su objetivo, obligación y destino es ministrar, no administrar, la Palabra de Dios. La diferencia entre ministrar y administrar es tan clara como que ministrar el Conocimiento o Gnósis es ofrecerlo, tal cual, sin interpretación alguna para que el sujeto receptor pueda recibirlo virgen y que su administración se produzca en lo más profundo de su interior. Sobra decir que administrar supone manipular el Conocimiento para ofrecerlo con una determinada interpretación; del mismo modo que un Pastor decide donde y cuando deben de ir sus ovejas a pastar.


Un Sacerdote, en cuanto Ministro de la Palabra de Dios, la Gnósis, es un mero servidor no solo del Conocimiento que posee en su haber sino también de las personas receptoras a quienes va dirigida la Gnósis.


En el fondo, todos somos sacerdotes, en latencia, de nosotros mismos; pero hasta que nuestro Ser Interno, nuestro Christos, no tome el poder de nuestras vidas, necesitamos de sacerdotes o predicadores externos que nos ofrezcan la Palabra de Vida, tal cual, sin modificación interesada alguna.


Para un Sacerdote, los sacramentos como el Bautismo, la Comunión y Confirmación, así como el Matrimonio y la Extremaunción son absoluto innecesarios y, en todo caso, solo servirían como un medio accesorio para predicar y difundir la Palabra de Dios.


El encadenar a las personas con el significado literal de las ataduras sacramentales no es otra cosa que limitar y supeditar la Libertad del Ser Humano a un poder legislador inferior a su propio Espíritu Inmortal.


Un verdadero Sacerdote, un verdadero Ministro del Señor, no puede aconsejar la adoración a imagen o escultura alguna.


Tampoco debe instar al rezo a ángeles, santos, beatos u otros difuntos, pues el poder íntegro de Dios mora en su Corazón y solo Christos puede ser el único mediador con el Plano Celestial, pues solo él contiene, en esencia, el Espíritu Eterno del Pleroma. De hecho, Christos íntegramente, en el ADN de todas las criaturas, pequeñas y grandes, del Universo o del Multiverso.


Un auténtico Sacerdote, como Minister de Dios, no va indicando como deben o no vivir los receptores de su Ministerio, sino tan sólo indicando las palabras del Conocimiento, tal y como él las ha recibido, para que sean estos últimos quienes, según su Consciencia y Sentido Común, decidan como hacerlo según su personal interpretación de la Gnósis, porque cada Individuo es un Microcósmos, un Universo entero.


El mejor Sacerdote no tiene seguidores de su Carisma sino oyentes de la Verdad que contiene, porque no existe mayor delito contra el Espíritu que amarrar a las almas con dogmas y doctrinas. Los dogmas y doctrinas son catalizadores de la cristalización espiritual. Un Seguidor, un creyente en dogmas y doctrinas externas ha dejado de evolucionar y buscar, por sí mismo, si condición espiritual. Un Creyente, un Seguidor, se convierte, persé, en una Entidad pasiva que sigue condicionamientos externos; lo que impide que, pueda buscar por sí mismo el Camino Interior que, por Destino, le fue concedido.


En Definitiva, Un Sacerdote no es otra cosa que un Predicador, un Profeta y Ministro de la Palabra de Dios; pero nunca nunca, un Pastor o Administrador de un Rebaño de almas constituido por sus feligreses.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C