domingo, 31 de octubre de 2021

Lección 81,Séptimo Grado,Segunda Orden

 Séptimo Grado, Segunda Orden "Adepto Liberado":

"El presuntuosismo patológico de cada época"


-O de cómo "La Ignorancia es muy atrevida-


Vivimos en un mundo donde el Conocimiento ha sido parcelado. Donde la especialización sectorial, a nivel científico y cultural, prima sobre el Conocimiento global o enciclopédico, la conocida como Pansophía de Convenios, sucesor y heredero de Valentín Andreae, principal ideólogo del Rosacrucismo.


Vivimos en la Era de la Divulgación, todo conocimiento íntegro es mera divulgación, o lo que es lo mismo que vulgarización. La mayoría de los habitantes de nuestro Planeta, la Tierra, no poseen acceso al Conocimiento directo, sino a una información vulgarizada de dicho Conocimiento Científico.


Pues bien, bajo este estado enfermizo del saber es que muchos se otorgan la capacidad de decir lo que es correcto y de lo que no lo es.


Esa actitud es una presunción; y una presunción es la creencia de conocer lo que, en realidad, se desconoce. Sí, porque, en realidad, no hemos avanzado, en los últimos siglos, tanto como se presume. Tan solo la Tecnología, necesaria para el avance militar, ha tenido un desarrollo exponencial; pero la Ciencia sigue estancada en los siglos XVIII Y XIX. Nuestra Ciencia, desde tiempo inmemorial, tan solo viene arañando la pétrea superficie del Conocimiento. En realidad, suponemos mucho; pero, en el fondo, no sabemos casi nada; y mucho menos, nada nuevo o novedoso.


Los que se alzan como aladires defensores de nuestra presuntuosidad científica, no suelen ser los propios científicos que se mantienen aislados en su burbuja de especialización; Sino aquellos otros que fueron educados en la vulgarización especulativa; porque ¿desde cuándo una Teoría es una Ley?; o, ¿desde cuándo una Hipótesis es una Teoría?, o, ¿desde cuándo una Evidencia es una Hipótesis?, o ¿desde cuándo un Indicio es una Evidencia? Los vulgarizadores, licenciados o no, son los que hoy, no solo predican, sino que intentan imponernos una forma de vida basada en un falso racionalismo, donde la espiritualidad y el concepto de Dios, en tanto que la Inteligencia Universal, no poseen cabida alguna.


Existe un Dicho que dice "Es tan imposible la demostración de la existencia de Dios como la de su inexistencia"; es decir, los investigadores están inmersos en un juego de ajedrez donde han llegado a las tablas y donde los defensores de la Idea de Dios o de no Dios, no pueden seguir jugando. La Partida ha finalizado con un inmenso signo de interrogación que nada puede aportar; pero dicho Dicho es una falacia, en tanto que la Consciencia y la existencia de las cosas y de la Vida es la demostración palpable de la existencia de una suprema inteligencia Universal y de la que todos formamos parte integral.


Al menos, esa ciencia, que no Ciencia, debería de poseer un mínimo de Humildad, tan necesaria como para mantener la Mente abierta a cualquier supuesto, por disparatado que pudiese parecer. Solo una Mente abierta capaz de aprender nuevo conocimiento, pues una mente cerrada es refractaria a todo tipo de nueva, original y genuina información que pudiera sacarnos de nuestro limitado islote cultural e intelectual.


Vivimos en una época en la que los divulgadores, léase periodistas especializados, parecen tener, en las manos, la capacidad de determinar lo que es cierto, lo que es falso, aquello que se puede investigar y aquello que se debe de ignorar. Discúlpame Amigo; pero los divulgadores o vulgarizadores, no suelen ser los verdaderos depositarios de la Ciencia pansóphica, sino unos meros fantaseadores de especulaciones basadas en indicios que no llegan a la categoría de Evidencia.


Con esto, Dios nos libre, no queremos decir que los contrarios a la Ciencia lleven la razón. Eso sería demasiado maniqueo. La Ciencia, la verdadera, y el Conocimiento son como infinita gama de grises que unieran el blanco con el negro.


Aquí no se trata de decir, "ya que la Ciencia está equivocada, o no posee la Verdad Absoluta, aquellos que están en contra poseen la Verdad" Con mucha probabilidad, ni unos ni otros estarán en posesión de la Verdad; pero la Ciencia, siempre, estará más cerca a las de las especulaciones fanáticas de los conspiracionistas paranoicos. No, no se trata de que se nos oculte una Verdad que solo unos pocos conocen, sino de que no poseen la necesaria información como para acercarse a dicha Verdad.


Ese presuntuosismo de los ignorantes es un mal contagioso dentro de nuestra Sociedad y que permite que, aún, hasta cierto punto, avanzando tecnológicamente, hayamos frenado en seco nuestro avance científico y espiritual; es decir, que no podamos seguir dando pasos firmes hacia la utopía pansóphica de la Rosacruz y que nos ha llegado, como tal, de la mano del Maestro Comenius.


Sólo existe una medicina contra este patológico Mal de nuestro tiempo y de los precedentes. Esa medicina ya la hemos mencionado y se denomina como Humildad.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C