Séptimo Grado, Segunda Orden "Adepto Liberado":
"Catolicismo y Masonería 4"
Existe una Religión Primordial, de una antigüedad insondable, la Gnósis, que ha venido acompañando a la Humanidad desde la noche de los tiempos.
Era la Religión de nuestros ancestros, quienes desconociéndolo todo, se preguntaban por cada acontecimiento de la Naturaleza. ¿Por qué del milagro de la Vida y de la tragedia de la enfermedad y la muerte?, ¿por qué de las tormentas y tempestades, caídas de rayos, terremotos, erupciones volcánicas y lluvias torrenciales?, ¿porque había que matar para sobrevivir y evitar ser el alimento de otros?, ¿qué significan las luminarias nocturnas, el ciclo del día y de la noche o las estaciones climatológicas?, ¿por qué haciendo ciertas cosas, en determinadas circunstancias, las cosas salían bien o terriblemente mal?...
Esa Religión, no religiosa, Primordial, basada en las inquietudes derivadas de la Consciencia Humana, fue el origen de todas las religiones que han existido y existen en el Planeta. Pues bien, toda Pregunta, mediante la reflexión, lleva a su Respuesta implícita y los hombres de entonces, se preguntaban ¿por qué sé cosas que no debía de conocer?, ¿qué o quién soy yo, por qué estoy aquí y qué sentido u objetivo tiene mi vida?.
El diálogo interno respecto de las cuestiones interiores y las respuestas proporcionadas, tras la necesaria reflexión, son la manifestación de la Gnósis. Un Conocimiento implícito a la propia Naturaleza Humana y que no ha venido tras nosotros sino con y en nosotros.
Está Religión Natural, Espiritualidad verdadera, siempre fue molesta para los controladores y creadores de todas las religiones, fuentes de control y manipulación de los grupos humanos.
Ahora hablemos de lo que se presiente; pero no se ve. Todas las religiones, dependiendo de su número de miembros y antigüedad, poseen unos egrégores más o menos poderosos. Los controladores, por la influencia de los arcontes, crean una determinada religión, los fieles de dicha religión, en sus reuniones, crean los egrégores y el Egregor termina convirtiéndose en un dios que domina y dirige tanto a los controladores como a los fieles para benéfico del Stablishmen arcóntico.
El Egregor no desaparece tras la extinción de los controladores y de sus fieles sino que la Idea, aunque invisible e intangible persiste por generaciones a la espera de impregnar con sus sutiles efluvios, a una nueva generación de seguidores y adoradores. Es como una suerte de enfermedad infecciosa que, como la viruela, hubiese sido supuestamente erradicada y después de pasado un tiempo surgiera, de nuevo, tras la fuga de una cepa, de un laboratorio de investigación. Sí, porque las ideas, sus egrégores, no solo de transmiten por escrito sino también de boca a oído, de padres a hijos o de maestros a discípulos. Así, del mismo modo, es que la Gnósis, se ha perpetuado de generación en generación.
Con los egrégores de las religiones sucede lo mismo. Antes de Sumeria y Tartesos debieron de existir otras civilizaciones desaparecidas y tragadas por los hielos y los océanos. Se habla de la Atlántida, de Lemuria o del Continente de Mu. No podemos saber nada, acerca de dichas hipotéticas culturas, mientras sus restos sigan sepultados y no puedan investigarse sus vestigios arqueológicos; pero es una evidencia el que ni Sumeria, Tartesos o las civilizaciones prehispánicas, anteriores a su descubrimiento, surgieron de la nada. Ha existido un hilo egregórico de una invisible energía que se ha venido transmitiendo desde cientos de miles o millones de años hasta nuestros días.
La Civilización Hindú, la Sumeria, Persia y Egipto, Grecia y Roma, Celtas, Druidas y Vikingos y la prehispánica. Todos los panteones de dioses, aún manteniendo nombres diversos, parecieran haber surgido de un mismo tronco común. De hecho, el panteón romano es una copia fiel de panteón heleno. Algunos de los dioses griegos detentan características similares a los dioses egipcios y nórdicos.
Toda esa cultura egregórica de fuerzas de la naturaleza divinizadas, desembocan como afluentes en el caudaloso río del Panteón del Olimpo Romano. De hecho, el Imperio Romano, hasta la llegada del Cristianismo, se caracterizó por acoger, de buen grado, en su Panteón de dioses, a las otras divinidades de los pueblos conquistados. Esto fue así, hasta convertirse en una poblada jungla de dioses, titanes, héroes y monstruos de diferente pelaje.
De la noche a la mañana ese paganismo parece extinguirse, por obra y gracia de un Edicto Imperial, el que sustituía la Religión de los antiguos dioses por uno único y novedoso. Parece extinguirse; pero en realidad no lo hace, dado que permanece acechante en la invisibilidad del tiempo y del espacio, en forma de una frecuencia electromagnética, de una longitud de onda inmensa, a la espera de ser rescatada, por alguien iluminado, del olvido.
Así, durante el oscurantismo medieval, promovido por los sacerdotes del omnímodo Dios de la Cristiandad, la Sabiduría mistérica de los templos paganos se refugia en el Medio Oriente y África, especialmente en Egipto, Alejandría, donde no solo se mantiene sino que prospera en el interior de templos secretos. Este conocimiento sería vetado en Occidente hasta la época de los cruzados, en donde estos, tras impregnarse del Conocimiento Antiguo Helénico, por medio de los habitantes árabes, lo retornaron a Europa produciendo ese Periodo Histórico, conocido como Renacimiento.
La Primera Orden Secreta, del retorno de lo Antiguo de manos de los árabes, fue la de los Fideli D' Amore, de la que poco se conoce, salvo la filiación del Poeta Dante Alighieri. Desde el redescubrimiento de la Filosofía basada en la Mitología Griega, hasta producirse la mal llamada Reforma Protestante, se viene cocinando el Egregor de la nueva herejía. Este Egregor, como el agua, se fue filtrando entre las grietas del monstruoso constructor eclesiástico que era la Iglesia y tras helarse, dilató y la rompió en mil y un pedazos. Pareciera que el Egregor del antiguo paganismo, había entrado en su antigua casa para quedarse y luchar contra el enemigo que le arrebatara, antaño, su trono olímpico y predominio.
Surgen los Buenos Hombres o Cristianos de Albi, los Hugonotes y patarinos, los valdenses y los reformadores protestantes. Con Lutero y Calvino el Monstruoso espejo salta por los aires y se transforma en múltiples fragmentos; cada uno con su propia idiosincrasia y condición.
Con la "Reforma" Protestante, tal y como dijimos, desaparecen monasterios y conventos, surgiendo las comunidades cristianas, en donde surgirían una serie de grupos de ayuda mutua, para protegerse de la omnímoda presencia del odiado Catolicismo romano. La influencia de estas comunidades, situadas básicamente en los principados alemanes, tras cruzar el charco, originan lo que hoy conocemos como la Masonería.
La Masonería es una suerte de lugar ecuménico de gentes que profesan diferentes religiones, fundamentalmente cristianos protestantes y judíos, cuyo objetivo visible es el progreso de la Humanidad. Del seno de la Masonería surgió la muy famosa Royal Society; pero también la Cruz Roja y la Asociación de los Rotarios.
En forma un tanto más invisible y no bien conocida por el gran público o por los grados más bajos de la Institución, es su objetivo como Escuela de técnicas de Inteligencia, espionaje, para conseguir ciertos objetivos, como la generalización de una Educación Universal Laica, derrocando a los centros educativos eclesiásticos y, más soterrado y oculto aún, una suerte de Sionismo dirigido al regreso de los hebreos a la Tierra Prometida de Palestina, y la consecución de las promesas realizadas a Israel, por su dios Jeová, en el Pentateuco.
De ese modo, lleva creándose una suerte de contubernio judeo-evangélico, dirigido a completar supuestas profecías bíblicas, utilizando para ello las técnicas propias de la Inteligencia y el Espionaje; es decir, la infiltración en el Terreno enemigo, la Intriga para dividir y debilitarlo y destrucción o inhabilitación de sus armas, con el fin de que no
resulten efectivas.
Si somos un poco perspicaces, vemos cómo son las mismas estrategias que realiza su enemigo en la figura de la Orden Jesuita. Por lo tanto, desde el nacimiento de la Masonería, como respuesta de los agraviados por el papado de Roma, imita los procedimientos de su enemigo y durante estos últimos siglos hemos podido ver una suerte de danza tipo Valls, donde dados de la mano, la Iglesia y la Masonería se infiltran una dentro de la otra, intrigando con el fin de realizar al enemigo el mayor daño posible; pero esta batalla de ajedrez se encuentra en tablas, pues lo que han conseguido, unos y otros, es fagocitarse mutuamente y convertirse en una misma cosa con distinta polaridad.
El Jesuitismo propició, en el terreno enemigo, el nacimiento de la Masonería y por inducción, ésta hizo posible el nacimiento del Opus Dei. Que la Masonería está infiltrada en todos los ámbitos eclesiásticos es una evidencia incontestable; pero que la Iglesia, mediantes las sectas catecúmenas del Opus Dei, está infiltrada en las diferentes obediencias masónicas, también es una evidencia de la que podemos dar Fe de ello. Esto es así.
Esa danza entre enemigos tan arcaicos hace que no se pueda ver dónde comienza el blanco y termina el negro, observándose, desde la distancia, como una suerte de fotografía grisácea de una misma cosa, a pesar de que son dos diferentes. Se trata de una guerra inútil. Tan inútil y baldía como el enfrentamiento entre dos clubes de futbol.
Es por ello que, tanto la Masonería como el Catolicismo conforman dos caras diferentes de una misma moneda. Parecen ser dos cosas diferentes; pero, en realidad forman parte de una única cosa dirigida a mantener, por una eternidad, la lucha entre las dos polaridades que sustentan nuestro Universo.
Es la "gnósis" Pagana del antiguo Imperio bailando con la "gnósis" Eclesiástica del nuevo Imperio Romano; pero.la Idea última es mantener intacto el Imperio, gane quien gane en esa guerra cíclica de bando contra bando.
Mientras tanto, la verdadera GNÓSIS, se mantiene activa en un segundo plano, a la expectativa de que llegue el tiempo de desenmascarar a éste terrible monstruo de dos cabezas y cuyo objetivo, aunque pareciera distinto, es el mismo, perpetuarse por los siglos de los siglos.
Aralba Pensator Minister, Frater R+C