martes, 29 de enero de 2013

La negada verdad sobre los cátaros



En algunas ocasiones hemos tratado acerca de lo fácil que resulta manipular la historia por parte de los vencedores en los conflictos bélicos y, con mucha posterioridad, tergiversarla por quienes pretenden, con mejor o peor voluntad, ponerla a su propio servicio.

Quien bien nos conoce, sabe que nuestra búsqueda de la Verdad, nos ha conducido a enfrentarnos ante lo que se conoce como políticamente correcto. Hemos denunciado, por activa y por pasiva, las invenciones históricas de las más diversas organizaciones esotéricas o filantrópicas que intentan convertir su origen en algo tan antiguo como el de la propia humanidad. Por el contrario, hemos bendecido que esas fantásticas epopeyas sean consideradas como simple simbología con un alto contenido metafórico.

Como ejemplo pondremos el caso del origen de la supuesta Orden Rosacruz, cuyos únicos documentos conocidos, de aquel entonces, son la Fama, la Confessio y las Bodas Químicas. La única verdad, independientemente de su autoría, sea ésta de Valentín Andreae o de Cristopher Besold, es que se trató de un intento fallido de confederar a todas las tendencias reformistas protestantes, tanto dentro del Continente Europeo como de las Islas Británicas, para hacer frente a la omnímoda Iglesia Católica de la época. Incluso, en ellos, se critica la proliferación de alquimistas de toda índole, haciéndose mención de Paracelso más a título de médico que de otra cosa. Con el tiempo, surgieron movimientos ocultistas, hermetistas e incluso alquimistas que han venido utilizando dicho nombre; pero que cualquiera que tenga un poco de curiosidad en su investigación podrá comprobar que su vinculación histórica, con el movimiento inicial, es nula. Esta aclaración histórica está verazmente contemplada en el Libro: EL ILUMINISMO ROSACRUZ de Yates.

De un tiempo a esta parte, en la misma situación se encuentran tanto Templarios, que tendrán nuestra atención en su debido momento, como los famosos cátaros, bogomilos o albigenses. Recientemente hemos tenido la oportunidad de acercarnos a una de las obras más serias y completas que tratan sobre el Tema: La Hoguera de Montsegur de Zoe Oldembourg, escrita en la década de los cincuenta del siglo pasado. Tras su atenta y minuciosa lectura hemos sacado en claro que tanto las cuestiones religiosas como políticas, por el control del Territorio Occitano, estaban muy entrelazadas; pero siempre nos topamos con la incógnita de la que todos los autores hacen mención: Apenas se conoce acerca de la doctrina cátara, salvo por los documentos, evidentemente parciales y poco rigurosos, de la conocida como Santa Inquisición o de las románticas canciones de los Trovadores del Lugar.

Es demasiado extraño descubrir que no hay nada consistente acerca de la Doctrina cátara, cuando, por el contrario, sí que se conoce todo de la valdense y que la propia Iglesia Católica reconocía como una simple denominación lugareña de la misma cosa. Pero todo el mundo sabe que los valdenses tan solo fueron unos de los precursores de la Reforma Protestante que se llevaría a cabo, siglos después, por Lutero o Calvino, por mencionar dos de los más conocidos. La única conclusión seria que podemos sacar, al respecto, es que las propias autoridades eclesiásticas tintaron al movimiento valdense con el, para ellos, satánico maniqueísmo “Herejía sincrética procedente de Oriente,  en los primeros siglos del Cristianismo” que tenía tanto que ver con el zoroastrismo como con el propio cristianismo.

No es hasta los siglos XVIII y XIX que, algunos investigadores esoteristas, empiezan a desgajar las denominaciones bogomilos, cataros o albigenses de la naranja valdense. Haciendo, estos autores, oídos a los bulos creados por la Inquisición, empezaron a cobrar un carácter mítico de organización humana totalmente aniquilada, tanto de forma física como de su herencia intelectual; cosa, esta última, que a nosotros nos parece como mínimo bastante  improbable. Podría decirse, con toda propiedad, que la idea sobre lo que fuera el catarismo, que ha llegado hasta nuestros días, poco o nada tiene que ver con la verdadera realidad histórica, que sí es conocida de las iglesias valdenses.

Otra impropiedad es considerar como una única y misma cosa al gnosticismo y al maniqueísmo; cosa que es absolutamente incierta, teniendo que ver la Gnosis, de origen egipcio, más con el Cristianismo Egipcio Primitivo, al que pertenece la Tradición Valdense y por lo tanto cataros y bogomilos, que con el sincretismo herético, entre cristianismo y zoroastrismo, de las iglesias maniqueas.

La Gnosis es actualmente atacada tanto por las Iglesia romana como por las surgidas de la Reforma protestante, tales como el Luteranismo, el Anglicanismo episcopaliano o las diversas confederaciones calvinistas y evangélicas, como pentecostales, bautistas, etc, etc…

La Iglesia Católica, a través de sus concilios, siempre ha hecho hincapié en la salvación mediante las obras de sus feligreses y de las indulgencias que proporcionaba aquella a sus más cercanos benefactores materiales. Por el contrario, las Iglesias surgidas de la Reforma protestante vienen haciendo hincapié, desde su origen, que la salvación tan solo es fruto de la Fe en Cristo Jesús. Ello surgido de una interpretación literal de algunos pasajes de los evangelios.

La Gnosis, dándole el indudable valor espiritual que poseen las Escrituras, sin embargo nos dice que es necesaria la Fe; pero que una Fe sin Obras es una Fe muerta “Eso también lo dicen los evangelios” y que la Fe no es simple credulidad en lo que determinadas personas más o menos carismáticas nos cuentan, sino que esa Fe se consigue con el esfuerzo del Trabajo y el Estudio mediante las herramientas, que la Divinidad nos ha concedido: La Inteligencia y el discernimiento "Verdadera Gracia Divina". Es entonces, cuando la lógica, que pudiera estar equivocada y eso siempre hay que tenerlo en cuenta como así lo hacen los actuales científicos, nos conduce a una creencia casi perfecta, aunque cercana a la de Santo Tomás. “Muéstrame las llagas, deja que meta mis  dedos en ella y creeré” En ningún lugar de los evangelios se dice que Tomás fuese un descreído hereje.

Es por dicha causa, la intolerancia doctrinal de las iglesias cristianas oficialmente aceptadas, por lo que la Gnosis o cristianismo primitivo egipcio que también practicaban los valdenses ha quedado excluida tanto de la antigua Iglesia Católico Romana como de la Reforma Protestante que surgiera de ella. Aunque, eso sí, algunos movimientos ecuménicos dentro de las diversas iglesias vienen trabajando a favor de recomponer la única doctrina válida en el Cristianismo: El Amor que predicara Jesús de Nazaret. Todo lo demás es superfluo y es lo que ha venido provocando, durante siglos, el enfrentamiento bélico entre Iglesias hermanas.

Cualquier Idea peregrina, como la Endura “Suicidio Ritual”, entre otros, que se les adjudica a los cataros no tienen el menor viso de realidad, dado que la Gnosis que practicaban era de un carácter científico y que  se encontraba muy adelantada a su época.

ARALBA