Les voy a contar una pequeña historia que sucedió, es cierta, y de la
cual tengo testigos fidedignos. En cierta ocasión, siendo mucho más joven, me
invitaron a una sesión de Guija y a la que acudí muy escéptico. El Organizador
era un señor maduro y los otros asistentes eran todos, menos yo, chavales bastante
jóvenes e inexpertos en temas, como el de la misteriosa guija, aunque siempre hayan
estado de moda. Tras algún breve preámbulo digno del mejor prestidigitador,
todos con la mejor voluntad del mundo colocamos nuestro dedo índice sobre el
vaso y empezamos a empujarlo levemente para que girara mientras el maduro Organizador nos
iba incitando a realizar diversas preguntas más o menos trascendentes.
En seguida pude darme cuenta donde se encontraba el truco cuando el vaso, de modo inmaculado, empezaba a contestar dichas preguntas de forma más o menos
clara. Todos los que estábamos allí excepto el Organizador y yo mismo eran
jóvenes inocentes e ingenuos que acudían con la mente abierta y sin atisbo de
maldad alguna y dado que yo me mantenía a la espera solo podía ser uno quien
dirigiera el vaso para que contestara las preguntas realizadas: El maduro
organizador del evento. Estaba claro. Todos mantenían inocentemente el dedo
sobre el vaso sin realizar presión alguna salvo la necesaria para que dicho
objeto se mantuviese en movimiento giratorio sobre la tabla Guija. Una leve
presión interesada era lo único necesario para que el vaso se parara, durante un
brevísimo instante, sobre las letras que conformarían las respuestas.
Tras darme cuenta del asunto, decidí intervenir de forma soterrada y
entonces fue cuando empecé a presionar con el dedo un poco más de lo necesario, sin que nadie se apercibiera y el vaso empezó a indicar las respuestas que
yo quería que se dieran. Evidentemente, al comienzo, noté la presión de otro
que no podía ser más que el Organizador; pero pronto, viendo que su engaño podía irse al garete, dejó de presionar para que el Otro, en este caso yo mismo,
tomara la iniciativa con la esperanza de que le siguiera el juego. Dado que no
soy dado al engaño, más bien por la educación recibida de mis padres, al
finalizar la Sesión
indiqué a los participantes tanto lo que yo creía que suponía el Juego en sí
como mi actuación activa en los resultados. El Organizador casi como quien no
quiere la cosa cogió calladamente la
Guija y marchó sin decir esta boca es mía. Todos los participantes, convencidos de que yo no había actuado de mala fe, salieron de
allí escépticos y convencidos de que la Guija no era más que otra engañifa de
ilusionistas sin escrúpulos.
Siempre se ha dicho que las manifestaciones multitudinarias son el
mejor medio de presión que tiene la ciudadanía para reclamar que se hagan
efectivos sus derechos; pero también es el medio más fácil, que tienen los
manipuladores, para conseguir sus intereses particulares. Quizá a primera vista
no sean capaces de ver la relación de la historia que aquí les cuento con las manifestaciones y movimientos ciudadanos. La mayoría de las manifestaciones son
bienintencionadas, no me cabe duda alguna; pero al final resultan siendo utilizadas por unos determinados
lobbys que buscan beneficios un tanto diferentes de los originalmente
reclamados por los participantes.
Bueno, me dirán, si esto es así y si evitamos la multitud en las calles
¿Qué nos queda a la ciudadanía para reclamar nuestros derechos?
Nuestra actitud individual en todos y cada uno de los órdenes de
nuestra Vida. Nuestro ejemplo y la defensa de nuestros intereses juntándonos
con gentes que buscan nuestros mismos objetivos. El Ser Humano es un Ser
Individual que reclutado como ganado grupal puede convertirse en un arma
terriblemente peligrosa y que, después de todo, el Individuo, que es el que en última
instancia prima, viendo que las manifestaciones en las que ha participado para
lo único que han servido es para un simple cambio de amo, termina frustrado y
encaminado a la vía del pasotismo.
Tanto los grupos extremistas de derechas como de izquierdas o lobbys de
presión, como el Gay o las Iglesias, del tipo que sean, son los más interesados en que las
manifestaciones populares, de toda índole, sigan proporcionándoles las cabezas
de ganado necesarias para conseguir sus propios objetivos y que, generalmente,
nos son ocultados a los participantes en las manifestaciones.
No decimos que no se asista a las manifestaciones sino que cuando lo
hagamos, estemos siempre ojo avizor por si tenemos que cambiar nuestra
estrategia colectiva, animal, por la individual de nuestro Yo Divino.
Aralba