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viernes, 5 de julio de 2013

Manipulación de las masas




Les voy a contar una pequeña historia que sucedió, es cierta, y de la cual tengo testigos fidedignos. En cierta ocasión, siendo mucho más joven, me invitaron a una sesión de Guija y a la que acudí muy escéptico. El Organizador era un señor maduro y los otros asistentes eran todos, menos yo, chavales bastante jóvenes e inexpertos en temas, como el de la misteriosa guija, aunque siempre hayan estado de moda. Tras algún breve preámbulo digno del mejor prestidigitador, todos con la mejor voluntad del mundo colocamos nuestro dedo índice sobre el vaso y empezamos a empujarlo levemente para que girara mientras el maduro Organizador nos iba incitando a realizar diversas preguntas más o menos trascendentes.

En seguida pude darme cuenta donde se encontraba el truco cuando el vaso, de modo inmaculado, empezaba a contestar dichas preguntas de forma más o menos clara. Todos los que estábamos allí excepto el Organizador y yo mismo eran jóvenes inocentes e ingenuos que acudían con la mente abierta y sin atisbo de maldad alguna y dado que yo me mantenía a la espera solo podía ser uno quien dirigiera el vaso para que contestara las preguntas realizadas: El maduro organizador del evento. Estaba claro. Todos mantenían inocentemente el dedo sobre el vaso sin realizar presión alguna salvo la necesaria para que dicho objeto se mantuviese en movimiento giratorio sobre la tabla Guija. Una leve presión interesada era lo único necesario para que el vaso se parara, durante un brevísimo instante, sobre las letras que conformarían las respuestas.

Tras darme cuenta del asunto, decidí intervenir de forma soterrada y entonces fue cuando empecé a presionar con el dedo un poco más de lo necesario, sin que nadie se apercibiera y el vaso empezó a indicar las respuestas que yo quería que se dieran. Evidentemente, al comienzo, noté la presión de otro que no podía ser más que el Organizador; pero pronto, viendo que su engaño podía irse al garete, dejó de presionar para que el Otro, en este caso yo mismo, tomara la iniciativa con la esperanza de que le siguiera el juego. Dado que no soy dado al engaño, más bien por la educación recibida de mis padres, al finalizar la Sesión indiqué a los participantes tanto lo que yo creía que suponía el Juego en sí como mi actuación activa en los resultados. El Organizador casi como quien no quiere la cosa cogió calladamente la Guija y marchó sin decir esta boca es mía. Todos los  participantes, convencidos de que yo no había actuado de mala fe, salieron de allí escépticos y convencidos de que la Guija no era más que otra engañifa de ilusionistas sin escrúpulos.

Siempre se ha dicho que las manifestaciones multitudinarias son el mejor medio de presión que tiene la ciudadanía para reclamar que se hagan efectivos sus derechos; pero también es el medio más fácil, que tienen los manipuladores, para conseguir sus intereses particulares. Quizá a primera vista no sean capaces de ver la relación de la historia que aquí les cuento con las manifestaciones y movimientos ciudadanos. La mayoría de las manifestaciones son bienintencionadas, no me cabe duda alguna; pero al final resultan siendo utilizadas por unos determinados lobbys que buscan beneficios un tanto diferentes de los originalmente reclamados por los participantes.

Bueno, me dirán, si esto es así y si evitamos la multitud en las calles ¿Qué nos queda a la ciudadanía para reclamar nuestros derechos?

Nuestra actitud individual en todos y cada uno de los órdenes de nuestra Vida. Nuestro ejemplo y la defensa de nuestros intereses juntándonos con gentes que buscan nuestros mismos objetivos. El Ser Humano es un Ser Individual que reclutado como ganado grupal puede convertirse en un arma terriblemente peligrosa y que, después de todo, el Individuo, que es el que en última instancia prima, viendo que las manifestaciones en las que ha participado para lo único que han servido es para un simple cambio de amo, termina frustrado y encaminado a la vía del pasotismo.

Tanto los grupos extremistas de derechas como de izquierdas o lobbys de presión, como el Gay o las Iglesias, del tipo que sean, son los más interesados en que las manifestaciones populares, de toda índole, sigan proporcionándoles las cabezas de ganado necesarias para conseguir sus propios objetivos y que, generalmente, nos son ocultados a los participantes en las manifestaciones.

No decimos que no se asista a las manifestaciones sino que cuando lo hagamos, estemos siempre ojo avizor por si tenemos que cambiar nuestra estrategia colectiva, animal, por la individual de nuestro Yo Divino.


Aralba