Desde hace 35 años, estamos inmersos en una investigación de
lo histórico; pero también de la espiritualidad respecto al fenómeno Rosacruz y
que nos ha llevado a leer casi toda la literatura relacionada que se ha
publicado en castellano; pero también a incursionar de un modo menos profundo,
en algunos casos, o plenamente en otros, cuando de escuelas u organizaciones
rosicrucianas se trata.
El Universo que me he encontrado, durante todos estos años,
ha sido variopinto y multifacético. Bajo el paraguas Rosacruz se cobijan un
gran grupo de escuelas, organizaciones e incluso diminutos chiringuitos
alimenticios que pretenden, en algunos casos, ser los depositaros por herencia
de las enseñanzas de aquella supuesta Organización del Siglo XVII que empezó a
conocerse gracias a un opúsculo conocido como la Fama Fraternitatis, cuyo 400
aniversario se ha cumplido este año de 2014.
Pero ¿Qué se encuentra detrás de la Fama Fraternitatis o
Llamada de la Fraternidad de los Rosacruces? Solo descubriendo la Verdad del
pasado es como sabremos si algunas de esas cosas que se auto denominan
rosacruces, en el presente, lo son o no. ¿Si existe algún ADN que las vincule
con el movimiento original?
No demasiado tarde, en esa búsqueda que emprendimos, encontré
un pequeño librito, de carácter histórico, y que desde entonces lo considere
como mi Libro de cabecera respecto de la Rosacruz escrito en la década de los
70 del siglo pasado: El Iluminismo Rosacruz de Frances Amelia Yates. Sería
estúpido de nuestra parte, existiendo tan magnífico trabajo que me dedicara a
copiar y tergiversar dicha obra para parecer propia o trabajar de memoria
obviando lugares y fechas que deslucirían un trabajo serio, como es el de la
presente Conferencia. Por lo tanto, sepa nuestro interlocutor que lo que aquí
se diga, de forma correcta, es gracias a la impagable labor de la Creadora del
Iluminismo Rosacruz y si hubiese algo impropio o falaz se lo debéis reclamar a
éste, vuestro humilde interlocutor.
Dice Frances A. Yates en su Obra el Iluminismo Rosacruz,
Capítulo XV, titulado Los Rosacruces y la Masonería: La principal razón por la
que hasta el día de hoy no ha habido en general estudios históricos serios
sobre los manifiestos rosacruces y su influencia es, sin duda alguna, que este
tema ha sido desprestigiado completamente por los entusiastas de las sociedades
secretas. Hay una vasta cantidad de obras sobre los rosacruces que da por
segura la existencia de una sociedad secreta, fundada por Cristián
Rosentcreutz, que supuestamente ha sobrevivido hasta nuestros días sin
interrupción. En el mundo vago e incierto de los escritos llamados ocultistas,
esta idea ha producido una literatura tal que, con toda razón, no ha recibido
la más mínima atención de los historiadores serios. Y cuando, como sucede con
tanta frecuencia, en la brumosa discusión sobre los rosacruces y su historia se
introduce el elemento de los mitos masónicos, el investigador tiene la
impresión de hundirse irremediablemente en un pantano sin fondo.
Aún sin ser historiador, cualquiera con un poco de sentido
común, puede dilucidar cuando lo que le cuentan a uno se trata de algo posible
o de simple superchería. El Universo literario está repleto de trabajos
seudo-históricos que pretenden que nos creamos cosas que solo son producto de
la fantasía de su autor o en el mejor de los casos de pura especulación.
Pongamos como ejemplo el género denominado como realismo fantástico (No
confundir con el Realismo Mágico) que inauguró el célebre libro del Retorno de
los Brujos de Louis Pawells y Jackes Bergier.
Continúa Frances A. Yates: Sin embargo, quienquiera que
emprenda una investigación del fenómeno rosacruz tiene por fuerza que hacer
frente a estas cuestiones; y aunque hasta este momento en el presente libro nos
hemos concentrado en el problema de dilucidar históricamente los antecedentes
de los manifiestos rosacruces, y de seguir su curso para identificar la
influencia que ejercieron –eludiendo la cuestión de la sociedad secreta-, ha
llegado el momento de tratar de afrontar de alguna manera este aspecto del
tema. Y con todo, y a pesar de que no lleguemos a resultados seguros, debemos
tratar de descubrir por lo menos lo que se pueda ver en esta niebla desde
nuestro punto de vista, con la ventaja que nos da el conocimiento más claro de
la situación histórica en que surgieron los manifiestos rosacruces.
Queridas amigas, queridos amigos: Seguro que a muchos de
vosotros os recuerda mi Persona, quizá de tierras leonesas o de Madrid. También
es muy probable que de aquí mismo en Zaragoza, cuando compartí estudios y
trabajos con los miembros de esta Querida y Añorada Escuela de la Rosacruz
Aurea, Lectorium Rosacrucianum. Desde que comenzara nuestra andadura
rosicruciana, a finales de los setenta principio de los ochenta, de la mano de
la Rosicrucian Fellowship, La Fraternidad de Max Heindel, siempre nos ha
impulsado el espíritu de la curiosidad más profunda por encontrar el verdadero
conocimiento del porqué nos encontramos aquí, en nuestro Mundo; por lo tanto
quiero indicaos, a mis amigos y amigas, hermanos y hermanas que no esperéis de
las palabras aquí expuestas más que un espíritu racional de carácter científico
e histórico; pero sin obviar que el final último de todo esto es encontrar la
verdad sobre la existencia.
Hemos tomado uno de los libros más esclarecedores respecto a
la Historia de los primeros años del Movimiento Rosacruz, El Iluminismo
Rosacruz de la Autora Británica Frances Amelia Yates; porque dicha Obra produjo
en mí un cambio de paradigmas que afianzó mis siguientes indagaciones en el
terreno firme de la racionalidad, haciéndonos huir como alma que lleva el
Diablo de cualquier tipo de pensamiento considerado como supersticioso. Vamos a
seguir dados de la mano de la Señora Yates, dado que nos parece impropio
colocar nuestras palabras allá donde ella expuso con maestría y sabiduría los
principios básicos que han conducido, durante cerca de cuarenta años, a nuestra
propia búsqueda de la Verdad.
¿Existen los rosacruces? ¿Es usted Rosacruz? No. –Sigue Yates
en su Obra-, ¿Ha conocido a algún rosacruz? No. Cuántas veces hemos oído este
diálogo, siempre con resultado negativo, al ir estudiando las obras rosacruces.
Es un debate que continúa. Un historiador de la masonería ha dividido a los
teóricos rosacruces en tres categorías: Los que creen en la realidad de la
historia de Cristian Rosencreutz y de la fundación de la fraternidad R.C., tal
como se relata en la Fama, los que consideran puramente míticos tanto la
Sociedad como a su Fundador, y los que, sin aceptar la verdad histórica del
relato de Rosentcreutz, creen en la existencia de los rosacruces como sociedad
secreta. Actualmente no hay ninguna persona seria que crea en la verdad literal
de la historia de Rosentcreutz, y Paul Arnold, en su libro publicado en 1955,
pone en duda la idea de que existiera realmente una sociedad secreta de
rosacruces, oculta en el mito.
Pudiera parecer que transcribiendo las palabras de la Señora
Yates, apostamos por la inexistencia de la Orden; pero eso sería una deducción
facilona, dado que de lo que aquí se trata es de la existencia o no, en su día,
cuando surgió la Fama, en el Siglo XVII. Independientemente de la existencia o
no de la Orden Secreta, lo que si es cierto es que se produjo un fenómeno que
dio vida a un movimiento independiente que ha venido evolucionando de múltiples
formas hasta nuestros días y cuyas criaturas son algunas de las organizaciones
que pretenden el apellido rosicruciano; pero también de otras que, quizá por
ignorancia, ni siquiera lo mencionan.
Debemos considerar, dicho lo anterior, que desde el origen de
los tiempos venimos siendo bombardeados por una radiación electromagnética
proveniente del Pleroma, en forma de neutrinos y otras partículas cuánticas aún
no descubiertas, conocida como Metanoia y que ello posibilita que la Gnosis, la
Verdad, pueda ser detectada por nuestro Ser Interno, nuestro Principio Cósmico.
Es decir, todo está escrito en la Memoria de la Naturaleza, implícita en
nuestro ADN, y de ahí podemos traer hacia nuestro Plano de ilusoria realidad
tanto las verdades históricas como las falacias más vulgares o increíbles.
Nuestra investigación -sigue la Señora Yates-, no ha agotado
el Tema, pues por supuesto no hemos visto hasta el último pedazo de papel
impreso publicado durante el frenesí rosacruz, ni tampoco hemos buscado
pruebas, posiblemente escondidas en documentos manuscritos o archivos. Lo único
que podemos decir, con base en nuestras propias investigaciones, es que no
hemos encontrado nada que demuestre la existencia de una sociedad secreta real
que se llamara rosacruz y que haya estado activa como grupo organizado cuando
los manifiestos fueron publicados y durante la época del frenesí. Hay
numerosísimas pruebas documentales de una apasionada búsqueda de los
rosacruces, pero no las hay que hayan sido encontradas nunca. Además, los
manifiestos rosacruces fueron declaraciones que recibieron una enorme
publicidad, ya que fueron expuestos provocativamente a la vista del mundo; consecuentemente,
como el primer objetivo de una sociedad secreta debe ser impedir que su
existencia se conozca, es muy raro que, de haber existido verdaderamente una
sociedad secreta rosacruz, ésta se hubiese hecho una publicidad intensa. Los
manifiestos parecen ser entonces proclamas de ilustración expresadas en forma
de mito utópico de un mundo en el cual unos seres iluminados, que casi parecen
espíritus, andan haciendo el bien, difundiendo influencias saludables,
propagando el conocimiento de las ciencias naturales y las artes, y
esforzándose por llevar a la humanidad al estado en que estaba en el Paraíso,
antes de su caída. Así pues, el haber creído que tras estos documentos se
hallaba una sociedad secreta real fue sencillamente un malentendido populachero,
el cual puede haber colocado en posición muy incómoda a los autores. Juan
Valentín Andreae hizo grandes esfuerzos por dejar bien claro que Cristian
Rosentcreutz y su fraternidad eran ficticios.
Y sin embargo, como hemos visto, de la proclamación de los manifiestos
surgió algo real: Los hermanos R.C. eran ficticios, pero sirvieron de modelo a
una realidad, las Uniones Cristianas, grupos de personas que trataron de
organizar sociedades.
Lo importante no es como denominamos a las cosas. La verdad
siempre fue investida de diversas formas. Ha poseído muchos vestidos y otros
muchos les serán colocados. Con esto queremos indicar que aunque aquí se esté
tratando de un Nombre, Rosacruz, esto no quita para que la información que
contiene el odre de dicho nombre no haya sido ubicada, con anterioridad, en
otras vasijas que han podido denominarse de otras conocidas o desconocidas
formas. Platón hablaba del Mundo de las Ideas como el verdadero Mundo y que
éste, en el que nos encontramos, no sería otra cosa que el reflejo defectuoso
de aquél; por lo tanto podríamos decir que la Idea Rosacruz estaba esperando
que alguien le diese vida en el Mundo de los efectos y eso es lo que ha venido
sucediendo desde que Valentín Andreae trajo la idea hasta nuestro Plano, hasta
que por fin, a partir del Siglo XVIII
vino tomando forma en diferentes organizaciones de carácter masónico o
para masónico.
La manera más correcta de estudiar esta cuestión puede ser
entonces olvidarse de buscar a los supuestamente verdaderos rosacruces y
preguntarse en cambio si el movimiento rosacruz era una exhortación a
constituir sociedades secretas. Ya hemos visto –continúa Yates-, que existe la
idea de formar una sociedad para hacer progresar la ciencia, como la que más
tarde se materializó en la Real Sociedad Británica, implícita en las
recomendaciones del autor de la Fama de que los hombres de ciencia deben
comunicarse unos a otros los resultados de sus investigaciones, y que deben de
reunirse para colaborar. ¿Estará –se pregunta la Autora-, también presente en
los manifiestos la idea de constituir una sociedad secreta internacional, o por
lo menos un proyecto para formarla, que sí ha tenido y tiene todavía existencia
real, es decir, la masonería?
ARALBA/Frances A. Yates