Meritocracia o Nepotismo y Tráfico de Influencias
Todos sabemos cómo funciona el
mundo del exterior, donde el enchufismo está a la orden del día y donde el tú
me untas y yo te proveo de influencias se ha convertido en uno de los
principales problemas de la corrupción mundial.
Conocemos quien es el Príncipe de
este Mundo, Don Dinero, y es tontería que perdamos el tiempo en intentar
corregir lo incorregible si antes no nos hemos concienciado nosotros mismos de
la necesidad de ser honrados y honestos en todos los ámbitos de la vida, fueran
estos profanos o iniciáticos.
La Jerarquía está creada para un
correcto funcionamiento de la sociedad y de las instituciones fueran estas públicas o
privadas; por lo tanto, se trata de no saber estar o de poseer muy mala intención
cuando intentamos saltarnos los escalones de los grados con el único fin de llegar,
lo antes posible, a un interlocutor pretendidamente válido.
Para nosotros mismos, somos los
individuos más importantes del planeta, como no podría ser de otro modo; pero
una persona verdaderamente Iniciada en los misterios de la Luz debería saber
colocarse en el lugar de los otros, con el fin de darse cuenta que saltarse los
escalafones y las normas solo demuestran la falta de humildad y prisa que se posee en alcanzar
determinados objetivos y utópicos resultados.
Por otro lado debemos saber
discernir en donde se encuentra la frontera del mundo de la Calle, Mundo
Profano, y el Mundo Interior o Iniciático-fraternal. Es una costumbre muy extendida, en
el cotidiano mundo de la empresa, que gente enchufada, sin haber realizado
suficientes méritos en el interior de la Empresa, suban como la espuma en
categoría y poder. No es delito porque, entre otras cosas, pertenece al mundo
de la calle donde el Poder del Estado no parece apropiado que deba intervenir frente al despotismo de ejecutivos y empresarios;
pero ese solo hecho, lo único que demuestra es nuestra baja categoría moral.
Desgraciadamente, en el Mundo
supuestamente iniciático y de carácter fraternal, también viene sucediendo que
se antepone la meritocracia del mundo profano con el fin de subir escalafones en el
mundo Interno e Iniciático. Gentes que poseen un determinado renombre por
familia, estudios, etc…, o poseen gran poder económico o de influencia política,
pública o funcionarial: Concejales, Catedráticos, Jueces, Abogados del Estado,
Empresarios o gentes del mundo de la cultura como Escritores, Directores de
Cine o cualquier otro tipo de artistas.
Para mí fue muy duro descubrir
que esto sucedía, cuando la mayoría de los miembros de la Fraternidad a la que perteneciera, teníamos
que permanecer un determinado tiempo con el fin de ir consiguiendo nuestro lugar en el
escalafón y sin embargo, gentes recien llegados del mundo profano, por el mero hecho de ser diplomáticos, aunque
fuesen de tercera división, u otros cargos, al parecer apetecibles "por misteriosos designios" para la
influyente cúpula de la Organización, conseguían superar nuestro estatus por el solo hecho
de una supuesta meritocracia profana y no por haber demostrado otros méritos más dignos en el
interior de la Institución Iniciática.
Eso ¿Qué supone para el común de
la Organización? Generalmente incomodidad, frustración y desilusión por el
trabajo realizado, durante tantos años, para que el último que llega se
posicione junto a los altos cargos porque a alguien, en algún momento, le vino bien. Como hemos indicado esto es moneda
corriente en el Mundo de la Calle, aunque no debería de ser así; pero desgraciadamente lo es. Lo que
es inadmisible, desde todo punto de vista, es que en el ámbito fraternal esto también suceda, como si solo
se tratase de un triste reflejo de lo que sucede ahí afuera, en el mundo fenoménico.
A nos, siempre me van a tener en
contra de ese tipo de prácticas por muy cotidianas y reconocidas que sean dado que, en el
fondo, no dejan de ser corruptelas consentidas con el único fin de conseguir espurios
objetivos electorales, de influencias o de cualquier otro e ignorado tipo. Cuando se tiene
la consciencia bien tranquila no hay nada que temer. Uno paga sus cuotas, se
comporta según los cánones que marca la buena moral y trabaja de forma
altruista, según su buena costumbre, por conseguir los fraternales objetivos que la Meritocrática Institución se haya
propuesto.
No es digno el puentear a los
miembros más antiguos y trabajadores de una Fraternidad por aquellos que solo
traen una pretendida meritocracia externa, callejera o profana. Quien posea prisas en
llegar a lo más alto, hablando del mundo iniciático, se está equivocando; pero lo más triste es que
quienes lo aúpan a un escalafón que no le corresponde por antigüedad o méritos
internos, no solo también se equivocan sino que actúan de forma nada fraternal,
poniendo por delante el amiguismo y el tráfico de influencias por delante de la
Moral y de las Buenas Costumbres.
El ascenso por méritos me parece
lo más loable del mundo; pero no debemos olvidar que estamos tratando de dos
universos diferentes, como si de tierras y mares se tratasen. No podemos poner a
una sardina a correr un maratón ni a un pequeño topillo de campo a nadar los
cien metros libres. Generalmente, casi siempre, es contraproducente mezclar
los méritos profanos, del mundo de la calle,
con los méritos iniciáticos de cualquier institución fraternal. La Historia nos
da la razón y es inútil entrar en polémica. El afán de poder es indigno del
mundo iniciático, siendo la verdadera humildad el mejor mérito para alcanzar el
ascenso dentro de la Institución. Cuando alguien del Mundo Profano, por muchos
méritos que se le suponga, penetra en el mundo iniciático, no se encuentra
verdaderamente preparado para progresar en un corto espacio de tiempo y lo
único que viene a suceder es que se instituye un mal ambiente en un entorno que
debiera ser fraternal y que termina contaminado por envidias y rencores.
Los méritos del agua del mundo
profano pertenecen al mundo profano y los méritos del fuego pertenecen al mundo
iniciático. Si intentamos unir ambos méritos lo único que podría suceder es
que el agua del Profano se evaporase y que el Fuego de la Entidad fraternal se
apague.
Con todo esto, lo único que
pretendo decir es que, humildemente, nos tendrán irremisiblemente en contra de
esas prácticas que, siempre hemos considerado indignas y muy alejadas de
cualquier ámbito fraternal.
¿Qué intereses puede haber en
hacer prosperar en una Institución Fraternal a un Político, Catedrático,
Escritor de renombre o poderoso empresario? Dejo que el lector conteste a esas
preguntas.
El resultado de esos nefastos
maridajes siempre irá en detrimento de las instituciones fraternales. Sabemos
que siempre ha existido, que aún existe en todas partes y que seguirán
existiendo; pero cuando éste les diga las verdades, luego no se me encanallen.
Fraternalmente
ARALBA