El abuelo de mi amigo Delfín pasó a mejor vida con cerca de cien años,
habiendo fumado en pipa infinidad de tabaco Peninsulares hasta sus últimos días
y sin haber necesitado oxígeno. Nicola Tesla vivió hasta los 87 años, habiendo
estado expuesto, durante gran parte de su vida, a frecuencias electromagnéticas
de alta tensión sin parecer que eso le hubiera afectado negativamente en su vida
cotidiana.
En la actualidad, debido en gran parte a la Opinión Pública
inducida, resulta que estamos expuestos a una enorme cantidad de
radioelectricidad que proviene de las torretas de alta tensión, de las antenas
de telefonía móvil o de emisiones radiotelevisivas y de radioaficionados así como del famoso WIFI. Esa
real paranoia colectiva está produciendo enfermedades reales de carácter
psicosomático, produciendo alergias, salpullidos, dolores de cabeza y ansiedad.
Quien así se expresa no es ni médico ni ingeniero de telecomunicaciones
o industrial; pero sí llevamos trajinando con las dichosas ondas desde los 15
años, quizá un poco más y estudiando todo lo relacionado con ellas, sus
aplicaciones y efectos sobre las personas. Hay cuestiones que son absolutamente
ciertas como que en las inmediaciones de las antenas de emisión, que emiten con
gran potencia, se puede llegar a ser electrocutado por contacto, así como en las antenas de
televisión receptoras que se encuentran en las inmediaciones de los centros
emisores, también hay que trabajar con sumo cuidado pues pueden recibirse
descargas eléctricas que nos pueden matar sobre todo por caídas desde los tejados.
Todos los seres vivos, desde el nacimiento hasta nuestra muerte estamos
expuestos de forma natural a infinidad, incontable radiación electromagnética
proveniente tanto de las propias entrañas de la tierra como del vasto cosmos
estelar. El Sol, los planetas, las lejanas estrellas y hasta los propios
orígenes del Big Bang son emisores de
radiación de diverso tipo, en potencia y cantidad considerable y aquí estamos,
vivitos y coleando. Lo que trato de hacerles ver es que las radiaciones nos acompañan
desde el origen de los tiempos y que la producida, en sus diversas
manifestaciones por el ser humano, en comparación, es absolutamente ridícula e
inapreciable. Los Seres vivos somos receptores de radioelectricidad y ésta
misma les sirve en sus mutaciones hacia una evolución progresiva.
Los seres humanos somos como antenas de recepción verticales y aunque
afectados por la radiación de la
Tierra , no somos una antena de cuadro como podrían serlo los
animales cuadrúpedos y estamos más preparados para sintonizar las señales
radioeléctricas que nos vienen del espacio exterior.
Lo que tratamos de indicar es que la evolución tecnológica del Ser
Humano no es algo innatural y que vaya a provocar la extinción de la Raza humana sino que es algo
consustancial con nuestra naturaleza cósmica. Los núcleos celulares, donde se
encuentra ubicado el ADN, están permanentemente siendo bombardeados por
información codificada procedente de las estrellas y que en el ámbito Gnóstico
se conoce como Metanoia.
ARALBA