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lunes, 8 de julio de 2013

Los muy exagerados peligros de la Radio-electricidad



El abuelo de mi amigo Delfín pasó a mejor vida con cerca de cien años, habiendo fumado en pipa infinidad de tabaco Peninsulares hasta sus últimos días y sin haber necesitado oxígeno. Nicola Tesla vivió hasta los 87 años, habiendo estado expuesto, durante gran parte de su vida, a frecuencias electromagnéticas de alta tensión sin parecer que eso le hubiera afectado negativamente en su vida cotidiana.


En la actualidad, debido en gran parte a la Opinión Pública inducida, resulta que estamos expuestos a una enorme cantidad de radioelectricidad que proviene de las torretas de alta tensión, de las antenas de telefonía móvil o de emisiones radiotelevisivas y de radioaficionados así como del famoso WIFI. Esa real paranoia colectiva está produciendo enfermedades reales de carácter psicosomático, produciendo alergias, salpullidos, dolores de cabeza y ansiedad.


Quien así se expresa no es ni médico ni ingeniero de telecomunicaciones o industrial; pero sí llevamos trajinando con las dichosas ondas desde los 15 años, quizá un poco más y estudiando todo lo relacionado con ellas, sus aplicaciones y efectos sobre las personas. Hay cuestiones que son absolutamente ciertas como que en las inmediaciones de las antenas de emisión, que emiten con gran potencia, se puede llegar a ser electrocutado por contacto, así como en las antenas de televisión receptoras que se encuentran en las inmediaciones de los centros emisores, también hay que trabajar con sumo cuidado pues pueden recibirse descargas eléctricas que nos pueden matar sobre todo por caídas desde los tejados.


Todos los seres vivos, desde el nacimiento hasta nuestra muerte estamos expuestos de forma natural a infinidad, incontable radiación electromagnética proveniente tanto de las propias entrañas de la tierra como del vasto cosmos estelar. El Sol, los planetas, las lejanas estrellas y hasta los propios orígenes del Big Bang  son emisores de radiación de diverso tipo, en potencia y cantidad considerable y aquí estamos, vivitos y coleando. Lo que trato de hacerles ver es que las radiaciones nos acompañan desde el origen de los tiempos y que la producida, en sus diversas manifestaciones por el ser humano, en comparación, es absolutamente ridícula e inapreciable. Los Seres vivos somos receptores de radioelectricidad y ésta misma les sirve en sus mutaciones hacia una evolución progresiva.

Los seres humanos somos como antenas de recepción verticales y aunque afectados por la radiación de la Tierra, no somos una antena de cuadro como podrían serlo los animales cuadrúpedos y estamos más preparados para sintonizar las señales radioeléctricas que nos vienen del espacio exterior.

Lo que tratamos de indicar es que la evolución tecnológica del Ser Humano no es algo innatural y que vaya a provocar la extinción de la Raza humana sino que es algo consustancial con nuestra naturaleza cósmica. Los núcleos celulares, donde se encuentra ubicado el ADN, están permanentemente siendo bombardeados por información codificada procedente de las estrellas y que en el ámbito Gnóstico se conoce como Metanoia.

La Edad de 87 años, a la que falleció Nicola Tesla, solo me reafirma en mi convicción de que la Radioelectricidad, no confundir con la peligrosa radioactividad,  no debemos convertirla en nuestro más enconado enemigo sino en nuestro verdadero medio de salvación estelar. Lo que realmente nos está matando, que no nos vengan con engaños, es la inadecuada alimentación con su masiva contaminación y el medio de vida innatural en las grandes ciudades.


ARALBA