Tras haber recogido amplia
información respecto a este Tema, nos ha costado decidirnos a transmitir, por
este medio, nuestra reflexión al respecto. No porque dude de la veracidad de lo
que se expone sino por el peligro de molestar a algunos hermanos que, muy
probablemente, puedan sentir de forma diametralmente opuesta.
Se dice que la masonería está
dividida en mil y un grupúsculos y yo digo que eso no es cierto, no existen
varias masonería, lo que sucede es que la Masonería está compuesta de muchas
masonerías. No sé si comprenden lo que trato de indicar; pero intentaremos explicarlo.
Existe una Masonería Espiritual y
Universal que siempre ha estado vibrando en torno a la Especie humana, incluso
antes de su surgimiento como tal. Una Masonería quizá grabada en nuestros genes
y que, en el transcurso de la Historia, ha venido resurgiendo, de un modo u otro,
con diversos nombres, agrupando a seres humanos de buena voluntad que intuyen
que si el hombre está en el Mundo es para algo que trasciende su propia
individualidad.
Del mismo modo que el Hombre, al
igual que el resto de sus hermanos animales, se encuentra en continua evolución
física y psíquica, así la Masonería está sujeta a la misma Norma o Ley. Quien
no aprende de la Historia está condenado a repetirla. La inmovilidad no es
propia de la Vida y tampoco de la Especie Humana, por lo tanto cristalizar el
pasado significa enclaustrarnos y cerrar los ojos al futuro. Sería como
encerrarnos en nuestra vivienda a la espera de que la Vida pase en el exterior.
A eso es a lo que los grupos
masónicos, que no la Masonería Universal, se exponen en el caso de no adaptarse
a los tiempos y resistirse a la propia evolución de la Historia Humana.
Cualquier historiador, medianamente versado, sabe que las corporaciones operativas
de colegios masónicos empezaron a ser conocidas con la construcción de las
catedrales góticas y que a pesar de ser asociaciones libres, rendían obediencia
tanto a los nobles de los lugares donde operaban como de los eclesiásticos para
los que trabajaban. Es decir, la actual masonería, no cabe duda alguna, hunde
sus raíces en el cristianismo católico más ortodoxo y esto sucede mucho antes
que los denominados landmarks, lindes me
gusta llamarlos, fueran redactados por Anderson y compañía.
Algunos grupos masónicos como El
Escocismo rectificado, el Rito Egipcio de Menphis Mizraim o la Rosacuz in
Anglia, entre otros, no admiten miembros que no se declaren, no solo creyentes
en una unidad Creadora, El Gran Arquitecto del Universo, sino también como
cristianos. Nosotros, como Masón y como cristiano declarado, respeto tal
concepción aunque no la comparta en absoluto, dado que dichos talleres quedan
recluidos a una determinada ideología, en este caso religiosa, impidiendo que
el adogmatismo del símbolo pueda llegar a la totalidad de seres humanos de
forma independiente de sus determinadas creencias. Es por dicha causa que
nosotros, personalmente, nos sintamos más a gusto en la que se conoce como
masonería liberal y adogmática, donde además se alienta la pertenencia de la
mujer como miembro en sus logias o talleres.
Una multitud de las lindes de la
masonería operativa de los constructores de catedrales, hoy en día y por
cualquiera, pueden considerarse como normas trasnochadas y superadas por la
apertura de la consciencia de la nueva humanidad de nuestros últimos siglos. Lo
mismo sucede con los landmarks o lindes que fueron promulgadas con
posterioridad, así como las que en la actualidad se pudieran aprobar es muy
probable que en un futuro no muy lejano quedaran igual de obsoletas.
El caso es que a pesar de que los
masones somos conscientes de lo hasta aquí expuesto, nos resulta, como
colectivo, hartamente dificultoso y traumático el llegar a modificar esas
lindes que mantenemos como si de dogma y doctrina se tratara, en lugar de como
pautas de comportamiento decididas en unos momentos determinados de la historia
de la masonería y por lo tanto de la humanidad. Lo que trato de indicar, creo
que queda claro y es, que los landmarks son válidos dentro de un contexto
histórico determinado y al igual que el Hombre evoluciona como individuo así
las lindes deberían de ajustarse a las nuevas formas de vivir y pensar.
El Siglo XVIII no solo fue el
surgimiento, con las constituciones de Anderson, de la moderna Masonería
especulativa, sino que también fue el comienzo de las luchas rupturas y disensiones
de la forma en que los masones deseaban organizarse como Institución. Evidentemente,
dentro de esa algarabía estructural, despuntaría una de las organizaciones como la más numerosa y poderosa, La Gran Logia
Unida de Inglaterra, bajo cuya égida y lindes se agrupa lo que se ha venido a
conocer, a mi modo de ver de forma errónea, como Masonería Regular, entendiendo
por regularidad, la aceptación a pies juntillas de unos landmarks muy posteriores
a los redactados por las corporaciones masónicas operativas y sin embargo,
igualmente lejanos de nosotros como es el Siglo del que hablamos.
Con respeto nos parece
trasnochado el que el Soberano del Reino Unido siga siendo la cabeza visible de
cierta Masonería, denominada regular, donde se exija aún ser creyente de alguna
religión monoteísta para poder participar del Trabajo masónico y donde, para
más inri, se vete la participación femenina. Cosa que, en los tiempos que
corren, nos parece demencial e incongruente con la verdadera tolerancia del
Trabajo masónico. Además de estar convencidos que con la exclusión de las
mujeres en las logias se pierde un Activo Interpretativo del Símbolo muy
valioso si no fundamental.
Evidentemente es nuestra
particular forma de ver las cosas. Yo no hablo de parte de nadie sino de mí
mismo, como Individuo y Masón; pero nos consta que la Masonería Universal de
carácter espiritual debe de estar abierta a los nuevos tiempos y a sus
novedosas formas de entender la Vida y debe de interpretar las lindes como algo
temporal. Tan temporal como todo lo que atañe a la especie humana y al mundo en
el que le ha tocado vivir. El símbolo es perenne; pero su interpretación no
tiene porqué serlo y es una de las bendiciones y lo más bello que posee la
Masonería, su adogmatismo militante. Un símbolo puede decirnos a nosotros
determinadas cosas y a otros hermanos cosas muy distintas, aunque no entrasen
en contradicción. Las lindes no dejan de ser más que interpretaciones sujetas
al paso del Tiempo y a la evolución de los propios masones que no de la
Sempiterna Masonería Universal. Quedarnos anclados a unos landmarks inamovibles vendría a ser como identificarnos con cierta Letra de la Masonería en lugar de con su Esencia Espiritual.
Cuando Aralba se inició en la
Masonería lo hizo de forma Regular, en una Logia Regular de la Masonería
Regular. En la actualidad, sintiéndonos regulares, estamos sujeto a que algún
hermano, denominado Regular, nos señale
con el dedo y nos diga que no somos un verdadero masón por no pertenecer a la
organización masónica mayoritaria y sujeta a la autoridad de un determinado
Monarca; pero eso es igual. La Regularidad se lleva en el Corazón y desde luego
nunca llamaré a la puerta de una vivienda donde no sepan aceptar mi forma de
ver las cosas: Para mí son tan hermanos los creyentes, pertenecientes a las
religiones aceptadas, como de las heréticas, así como la de los agnósticos que
como Tomás se negaron a creer hasta poder palpar la evidencia. Por dicha
circunstancia me considero masón adogmático y Liberal, recibiendo en mi Hogar a
todo Masón de cualquier clase y condición sin importar su procedencia o
calificativos.
ARALBA