En el Libro Concepción Rosicruciana del Cosmos se puede leer: Ningún animal puede permanecer, de forma constante, en posición vertical dado que en dicho caso las corrientes espirituales de su Espíritu Grupo no podrían guiarlo. Además, dado que no está suficientemente individualizado como para soportar la poderosa energía que penetra por su médula espinal, moriría.
Génesis 1:24
Luego dijo Dios: Produzca la Tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra, según su especie y fue así.
Este pasaje podría indicarnos que los animales viven gracias a la propia fuerza telúrica del propio planeta.
Génesis 2:7
Entonces Jehová Dios formó al Hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el Hombre un ser viviente.
El Ser Humano dado que está constituido de las mismas partículas que conforman la Tierra, también está sujeto a las leyes naturales; pero su vida espiritual le viene proporcionada, verticalmente, de lo alto, nunca de la corriente espiritual, de naturaleza horizontal, del propio Planeta, aunque su influencia, no cabe duda, es manifiesta.
Intentaremos exponer una humilde hipótesis electromagnética, en el más estricto sentido del término, del porqué la columna vertebral del Ser Humano es vertical y que no podría ser de otro modo. La hipótesis se funda en una Ley demostrada que se denomina en el ámbito eléctrico como Teoría de las puntas.
Esta viene a decir que toda energía eléctrica, atmosférica o de otro tipo, con el fin de equilibrar su potencial respecto a masa, tierra o polaridad opuesta, tiende a descargarse, de modo preferente, mediante aristas u objetos puntiagudos. En el caso atmosférico además es necesario que posea una estructura vertical.
En ocasiones hemos podido leer que si nos acercamos al campo y se nos viene una tormenta encima, con fuerte aparato eléctrico, lo que debemos hacer es tumbarnos con el fin de formar una conexión lo más perfecta posible con la tierra.
No obstante, en dichas condiciones, un rayo podría caernos por simple casualidad y electrocutarnos. La estructura del Ser Humano es ideal para poder recibir energía electromagnética. Somos a modo de una antena ideal.
Ahora bien, la energía eléctrica no deja de pertenecer a la numerosa familia de las fuerzas estéricas primordiales del Universo. Estas fuerzas producen diversas manifestaciones; pero todas sus variantes siguen los mismos principios y están sujetas a unas mismas leyes matemáticas como demostrara Maxwell en su Teoría electromagnética de 1865 y donde unificara las ecuaciones existentes sobre la electricidad, la propagación de la luz y el magnetismo.
No obstante, en dichas condiciones, un rayo podría caernos por simple casualidad y electrocutarnos. La estructura del Ser Humano es ideal para poder recibir energía electromagnética. Somos a modo de una antena ideal.
Ahora bien, la energía eléctrica no deja de pertenecer a la numerosa familia de las fuerzas estéricas primordiales del Universo. Estas fuerzas producen diversas manifestaciones; pero todas sus variantes siguen los mismos principios y están sujetas a unas mismas leyes matemáticas como demostrara Maxwell en su Teoría electromagnética de 1865 y donde unificara las ecuaciones existentes sobre la electricidad, la propagación de la luz y el magnetismo.
Es por dicha causa que, en la práctica, son tan parecidas las antenas de radio a los propios pararrayos. En el caso de las antenas hay presuntas excepciones como son las utilizadas en Frecuencia modulada, las parabólicas de microondas o las antenas repetidoras de telefonía; pero, en el fondo, su funcionamiento es el mismo. En el caso de las antenas verticales, su longitud depende, proporcionalmente, de la longitud de las ondas que se quieran propagar, en el caso de su emisión, o recepcionar en caso de recibirlas.
La Inteligencia humana, con el fin de evitar longitudes enormes que pudieran dejar de hacer operativas a las antenas de radio, ha concebido superficies laberínticas y reflectoras de ondas, que terminan dirigiéndolas hacia un único punto colector.
Los seres humanos, como vehículos órgano eléctricos, somos, sin la menor duda, sofisticadas y precisas máquinas compuestas de circuitos neurobiológicos tales que células, neuronas, nervios y ganglios. Estos pequeños componentes de ingeniería funcionan, en unos casos, como si de sensores receptores se tratasen y en otros como si fueran accionantes o motores.
La médula espinal, el súper conductor central de naturaleza neural, no deja de ser el origen natural del propio complejo cerebral, donde se ubican ciertas glándulas muy especiales como son la hipófisis o la pineal y que se ocupan, entre otras funciones, de captar las señales externas y dirigirlas, por medio de los buses neuronales, a los otros componentes del cerebro. Nuestro cerebelo, el conocido como cerebro reptiliano, no deja de ser el periférico cerebral que conexiona el encéfalo con la médula espinal y ésta con todas las terminaciones nerviosas de nuestros órganos incluyendo la propia piel, el cual posee la mayor extensión.
¿Qué se puede concluir tras lo mencionado más arriba? Que un Sistema orgánico de columna vertebral horizontal no podría albergar un cerebro con la suficiente complejidad como para permitir la consciencia o una inteligencia superior, similar a la que posee la especie humana. También impediría la formación de la laringe, tan necesaria para la comunicación de la Inteligencia y transmisión de la memoria entre los humanos.
Los cuadrúpedos no pueden captar la suficiente energía, dado que sus cerebros se encuentran alineados horizontalmente con su espina dorsal. Reciben la fuerza de la Tierra a través del cerebro pasando a continuación a la columna vertebral para regresar, por último, a la tierra mediante sus cuatro extremidades. Respecto a la fuerza electromagnética del cosmos, exterior a la Tierra, en estas circunstancias, es imposible que se pudiera cumplir la teoría de las puntas en una proporción suficiente, dado que la propia energía telúrica terrestre interferiría, de forma poderosa, cualquier pequeña incidencia que pudiera provenir de lo alto.
Cuando cualquier criatura u objeto se carga de electricidad estática, electrostática, mantiene su carga mientras no se ponga en contacto con la tierra, en cuyo caso se produciría su descarga; desapareciendo la irritabilidad previa, en el caso de los seres vivos que poseen un sistema nervioso.
En la naturaleza existen algunas excepciones a la posición horizontal como son los casos de la jirafa o del avestruz cuyos cuellos se elevan hacia lo alto de forma desproporcionada; pero en estos casos se produce un inconveniente insalvable y que impide que la energía etérica de lo alto pueda influir en la evolución de la inteligencia en dichas criaturas. La distancia que existe entre sus cerebros y sus corazones es tan enorme que impide un riego cerebral suficiente que pudiera permitir el complejo proceso de evolución neuronal que se precisa.
De algún modo es como si las corrientes eléctricas cósmicas resbalasen por la superficie de sus cuerpos hasta unirse a la propia tierra. Por el contrario, en el Hombre, el corazón se encuentra bien cerca del cerebro permitiendo la necesaria corriente sanguinea.
De algún modo es como si las corrientes eléctricas cósmicas resbalasen por la superficie de sus cuerpos hasta unirse a la propia tierra. Por el contrario, en el Hombre, el corazón se encuentra bien cerca del cerebro permitiendo la necesaria corriente sanguinea.
Acabaremos, este pensamiento, añadiendo que hemos venido usando la denominación generalista de energía eléctrica o electromagnética, en todo momento, aunque muy bien nos pudiéramos haber referido a cualquier otro tipo de energía etérica primordial y que muy bien podría denominarse cuántica transmitida gracias al indispensable Campo de Higgs, antiguo Eter de los griegos.
Nuestra Especie ha descubierto muchos tipos de ondas, además de las que podemos observar con nuestra visión, sentir con nuestro tacto o escuchar con nuestros oídos e incluso oler mediante nuestras fosas nasales. La energía electromagnética luminosa puede estudiarse descomponiendo, mediante espectroscopios, su composición tonal. De dicho modo es como los astrofísicos han venido siendo capaces de conocer la composición química de planetas, otros astros y estrellas lejanas.
Otras manifestaciones de la energía podemos detectarlas, por sus efectos, en la materia física o en nosotros mismos. También mediante instrumentos apropiados, como pueden ser el calor, la electricidad, la radioactividad, la energía ultravioleta, las ondas de radio en cualquiera de sus frecuencias, los rayos cósmicos o los rayos equis entre otros. El resto de manifestaciones energéticas electromagnéticas, seguro que permanecen invisibles a nuestra actual instrumentación.
Dentro del concepto de la Teoría de las puntas también podríamos incorporar a la poco estudiada energía piramidal u otras aún más extrañas como la influencia que producen los colores o las piedras sobre la salud de nuestras células.
Un hecho curioso que no deberíamos de pasar por alto es el conocido como rayo en bola o latiguillos atmosféricos. Se trata de una manifestación de electricidad atmosférica que se constituye en una esfera de plasma que puede llegar a penetrar en el interior de las viviendas por orificios como las ventanas, chimeneas o por debajo de las puertas. En algunos casos suele pasearse, de forma aparentemente errática, por el interior de las casas con gran asombro y pánico de sus habitantes volviendo a salir por otra abertura, o disipándose al contacto con el suelo o tuberías de agua o gas.
Nuestros antepasados, de algún modo, siempre conocieron el Poder de las Puntas. Los Menhires y otros monolitos no eran más que antenas, a modo de agujas de acupuntura, que se colocaban en lugares con alta energía telúrica con el fin de facilitar la circulación de la energía e impedir catástrofes naturales por el exceso de carga eléctrica en las junturas tectónicas de la Tierra. Muy probablemente también sirvieran, a nuestros antepasados, para atraer los rayos y por lo tanto alejarlos de las zonas pobladas cercanas.
Otro efecto, que explica, con precisión, el efecto de las Puntas es la acupuntura, ya mencionda, cuya técnica se utiliza para introducir energía dentro del organismo con el fin de producir su curación; pero sobre todo para permitir que el exceso de carga eléctrica acumulada en el organismo pueda salir, permitiendo el alivio del dolor acumulado en órganos y articulaciones.
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Aralba