miércoles, 21 de septiembre de 2011

Hacia la Democracia II







Los enemigos de la verdadera democracia son tres: exceso de normativas, corrupción interna y concepción política incorrecta del término Democracia. Un exceso de legislación encorseta el funcionamiento democrático, transformándolo en otra cosa que podría muy bien denominarse como
dictadura Fisco-policíaco-judicial. Partiendo del supuesto sobradamente conocido de que la Libertad, en su plena concepción, no deja de ser más que una entelequia utópica; sí que es posible un gobierno democrático reducido a unas pocas normas poco mayores que una simple constitución. Cuando la normativa se infla se convierte en lenta, farragosa y de fácil manipulación, desvirtuando cualquier tipo de sociedad democrática.

Los políticos, dentro de un sistema democrático, vendrían a ser servidores públicos de la sociedad y cuyo único móvil, que les motiva al servicio, no es otra cosa que el Patriotismo y el bien común de sus conciudadanos. Cuando la política se convierte en una mera carrera profesional, también se convierte en el principal medio de subsistencia del político por lo que el interés común, salvo casos puntuales, se convierte en secundario pasando a ser principal el bien personal propio. Este hecho es el fundamental móvil de todas las corrupciones que se producen dentro del ámbito democrático.

Cuando un Sistema Democrático se está utilizando con fines de alcanzar el Poder se está tergiversando la democracia. De hecho suele darse el caso de que los individuos que persiguen el poder suelen utilizar los mecanismos democrático para llegar a la cima; pero una vez arriba, comienzan a legislar para adecuar la manipulada democracia a sus intereses particulares fueran los que fuesen. El fin justifica los medios es una sentencia utilizada por cierta casta de políticos, siguiendo las enseñanzas de Maquiavelo; pero no se suele significar cual es el fin último que casi nunca suele ser el beneficio común de los ciudadanos. Un fin altruista justificaría unos medios proporcionados para llegar a alcanzarlo, otra cosa estaría fuera del ámbito democrático y penetraría en el Umbral de algún tipo de fascismo.

Por regla general, transcurrido cierto tiempo desde que una sociedad democrática se pone en marcha, esta suele degenerar por los motivos expuestos y que no se producen de forma individual, sino que suelen mostrarse ante los observadores como una sola enfermedad. El exceso de legislación y de normativas, a veces dictatoriales provoca un engorde innecesario que suele ser utilizado por los políticos corruptos para alcanzar sus objetivos personales, de poder, enriquecimiento ilícito u otros. Esta corrupción, cuando se generaliza, hace que un Sistema originalmente democrático se transforme en otra cosa distinta, donde una jerarquía política determinada trata de sacar provecho corporativo para sí y sus seguidores; con lo cual, a pesar de la pesada losa de la justicia que han levantado con tantas normas se convierte en un Sistema absolutamente injusto y donde los más desfavorecidos suelen ser arrastrados por la vorágine de una maquinaria amoral que no ve a las personas como a seres humanos sino como simples sujetos a manipular en fin de algún tipo de beneficio particular.

La concepción de que el Poder Corrompe, de Bacunim, es absolutamente exacta y la única forma de que eso suceda, lo menos posible, es que los ciudadanos podamos tener el control absoluto de nuestros políticos, no concediéndoles más poder del que realmente necesitan; pero para eso debemos estar en movimiento y no permitir que lo que nosotros podamos hacer lo hagan otros por nosotros.


Aralba