En todos los grupos
humanos se producen intereses particulares, que la mayor parte de las veces no
tiene que ver ni con el dinero ni con el poder, propiamente dichos, sino con la
necesidad de notoriedad y protagonismo personal, como si necesitásemos que
alguien nos prestase más atención de la que consideramos que se nos ofrece.
Os voy a decir, de
corazón, que cuando veo, escucho o intuyo tan bochornosos espectáculos, me dan
ganas de tirar la toalla y mandarlo todo a hacer puñetas. ¿Por qué tengo que
soportar niñerías de personas que supuestamente deberían de ser adultas?
Porque la cuestión está en
que dichas conspiraciones, tendentes al boicot, personal o no, se fraguan a
espaldas de la víctima o las víctimas y cuando te quieres dar cuenta, personas
que creías que eran afines a tus postulados se han alejado sin decir un simple adiós
o hasta luego, o al menos explicar el porqué de su nueva actitud hacia tu
persona.
¡No!, aviso a navegantes,
no solo no voy a tirar la toalla sino que voy a hacer frente al reto que me
supone un ataque nocturno y con alevosía hacia mi trabajo y persona. No
consiento ni voy a permitir que quienes han provocado el boicot, en beneficio
suyo, salgan victoriosos.
No es de personas bien
nacidas tirar mierda contra quien les estorba para conseguir sus objetivos
personales y que pudieran ser perfectamente válidos; pero no, para conseguirlo,
es lícito demacrar e infravalorar al que se considera como presunto o posible
adversario.
Por lo tanto, iros
preparando porque no me voy a estar quietecito y con las manos en los
bolsillos. Quizá, si no hubiese pasado lo sucedido no le habría dado
importancia y lo habría dejado pasar como es mi modo natural de actuar; pero
dado que he sido afrentado, dad por supuesto que voy a presentar batalla y que
mis adversarios no lo van a tener fácil.
Espero que quien se dé por
aludido entienda mi gran cabreo y que lo acontecido no vaya a quedar impune.
He dicho.
Aralba