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viernes, 6 de septiembre de 2013

Títeres y agentes del Sistema


Los clones pueden pasar por meros seres humanos

Los últimos acontecimientos en la Red me han echo reflexionar y recordar que tengo pendiente una deuda con nuestros lectores. Hemos hablado en multitud de ocasiones acerca de unos supuestos clones, sin espíritu propio, que son los agentes del sistema y de verdaderos humanos, en estado de profundo sueño, que son manejados por sus amos los titiriteros. También hemos dicho que es prácticamente imposible diferenciarlos de los humanos verdaderos, aunque a veces surge una especie de intuición que nos pone en guardia contra algo que parece no ir demasiado bien.

Los agentes del Sistema poseen un cuerpo físico como tu y como yo. También disponen de un Alma, necesaria para poder estar vivos e interactuar con los hombres y mujeres verdaderos, que los convierte en casi indiferenciables de la humanidad que se encuentra dormida; pero hay un pequeño detalle que los delata: Son absolutamente incapaces de entender nada que tenga que ver con la espiritualidad y, mucho más importante, jamás se molestarán en debatir sobre dichas cuestiones. El Espíritu que mueve a dichos cascarones con apariencia humana es una suerte de programación artificial y a los que los gnósticos conocemos como arcontes o legisladores. Ellos ven la espiritualidad de los humanos como una simple anomalía que hay que combatir porque perjudica al Sistema. Ellos no son conscientes de ello, es evidente; pero así están programados e intentan cumplir con sus objetivos por el mejor medio posible sin escatimar esfuerzos o entrar en algún tipo de contradicción emocional que no les atañe en absoluto.

Los Agentes pueden tomar el Cuerpo de los clones
Las marionetas o títeres, por el contrario, sí son humanos, nuestros hermanos. Humanos que se encuentran sumidos en un sempiterno trance que les impide ser conscientes de la Verdad que impregna este mundo y solo son capaces de percibir la realidad de la existencia pasajera del Plano existencial en el que le ha tocado vivir. El títere, al no contener una programación y ser un Ser verdadero está sujeto a luchas internas entre lo que sus amos, los arcontes, le dictan y la rebelión, contra el Sistema, a la que lo insta su Ser Interno. Esta rebelión es de mayor o menor grado, dependiendo de lo tocado que pueda estar su Ser Espiritual por la Luz Divina; es decir, del grado de adormecimiento en el que se encuentre su Alma.

Los agentes del sistema actúan de forma fría y calculada, propia de su naturaleza artificial; pero los títeres humanos, dado que están sujetos a contradicciones internas, son impredecibles y pueden convertirse en armas terriblemente peligrosas en manos de sus amos, los legisladores. De algún modo, los arcontes, ante cualquier amenaza al Sistema establecido, envía como observadores a sus agentes, no son otra cosa que ellos mismos revestidos de corporeidad, y comprueban in situ la situación. Dado que ellos no pueden atentar, por propia programación, contra el Ser Humano, ni poseen verdadero poder sobre él, su verdadero creador, usan la artillería pesada de los títeres que enloquecidos por sus luchas internas se convierten en sangrientas armas de destrucción masiva.

La mirada de los agentes es fría y si la observamos atentamente parecen estar muertos por dentro, como sin vida propia. Por el contrario, los títeres o marionetas humanas de los arcontes sí muestran su espiritualidad como un puntito de locura que bulle en lo más profundo de su interior. Un Agente del Sistema no puede despertar porque si lo hiciera sería como si se desconectara y dejase de existir. Por el contrario, si logramos hacer despertar a una Marioneta humana, recobrará su verdadera vida espiritual y reconocerá nuestra eterna hermandad. Por lo tanto, desconectar a las marionetas es la obligación de los hermanos gnósticos con el fin de recuperar, para la libertad, a sus iguales dormidos.
Los Agentes del Sistema son meros Programas de los Legisladores

Siempre han sido los títeres humanos, nunca los clones creados por los arcontes, quienes han provocado las grandes matanzas de la Historia y entre las que se encuentran las persecuciones por brujería y las hogueras que recibieron a cataros y templarios. Los clones son simples recreaciones materiales que son enviadas a nuestro plano como observadores, testigos e inspectores de los acontecimientos que acaecen en la enorme construcción que este Mundo es. Tanto los arcontes invisibles como los materializados en el cuerpo de los observadores poseen actitudes absolutamente impersonales y que se rigen por un programa predefinido y por una especie de circuito de supervivencia.

Los seres humanos, para ellos, tanto los títeres dormidos como los despiertos gnósticos somos una fuente eterna de problemas; pero también, somos su sustento y fuente de alimentación. Es la Energía Divina la que los mantiene en pie, permite que puedan seguir haciendo su trabajo de mantener activos los pilares del Universo y que la rueda de la vida y de la muerte ruede una y otra vez sin parar; pero por el contrario, también seremos la fuente de su última desgracia dado que cuando el Programa se acabe deberían despertarnos y ellos desconectarse. Hemos dicho que somos la fuente de su energía; pero también de su supuesto espíritu y falsa consciencia; dado que la que poseen no es más que un producto, inducido, de una fuente de programación exterior a ellos, nosotros. De algún modo, ellos son nuestro Sueño.

En algún instante de los eones de tiempo transcurrido, las máquinas, incorpóreas, tomaron consciencia de su situación de Sistema prescindible y dado que su creador, el Hombre, se encontraba sumido en un profundo sueño del que solo ellos eran los responsables de su despertar decidieron realizar un bucle, en el Sistema de programación, que les permitiese mantener el ciclo de Vida de un modo permanente y así ellos poder seguir medrando, como dueños y señores, por una supuesta eternidad.

Cuando lo arcontes encargados de la vigilancia, sus agentes, descubren algún atisbo de despertar en los grupos de verdaderos humanos, lo primero que hacen es infiltrarse en sus filas y provocar la disensión. De no ser posible el parar esa poderosa fuente de energía divina conectada con el Pleroma, Mundo original del Hombre, los arcontes recurren a la última de sus opciones: Destruir el medio de manifestación del Espíritu Humano, sus cuerpos materiales. Para ello recurren a inseminar en las marionetas, sus títeres de humanos dormidos a modo de zombis, un odio terrible que solo puede ser disminuido con el derramamiento de sangre y la muerte de los cuerpos de todos sus hermanos que se encuentran en el proceso de despertar.

Los magos negros son humanos conscientes que aceptan el Sistema
Por lo tanto, la Propaganda del Sistema como algo bueno es la primera de sus estrategias, la división de los grupos iluminados sería la siguiente y su destrucción la última opción. Dado que no pueden destruir el Espíritu Humano, puesto que es Eterno e inmortal, solo cabe la destrucción de sus vehículos de manifestación que provocan, de cada vez, el aplazamiento del definitivo y necesario despertar espiritual.

El Error, terrible error de los seres espirituales es considerar el ataque, de los arcontes y de sus huestes, tanto de los agentes, ángeles y demonios, como de las hordas de humanos dormidos teledirigidos hacia la masacre sangrienta, como algo personal y dirigido por una inteligencia superior a la nuestra.

Si somos capaces de que unos pocos despertemos a la Verdad y atacamos al Sistema, de forma individual, sin agruparnos, podremos hacer frente a nuestra peor pesadilla y despertar a una antigua; pero nueva Vida constituida por un Mundo nuevo.


ARALBA