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sábado, 2 de marzo de 2013

Masonería: Evolución, lindes y regularidad





Tras haber recogido amplia información respecto a este Tema, nos ha costado decidirnos a transmitir, por este medio, nuestra reflexión al respecto. No porque dude de la veracidad de lo que se expone sino por el peligro de molestar a algunos hermanos que, muy probablemente, puedan sentir de forma diametralmente opuesta.


Se dice que la masonería está dividida en mil y un grupúsculos y yo digo que eso no es cierto, no existen varias masonería, lo que sucede es que la Masonería está compuesta de muchas masonerías. No sé si comprenden lo que trato de indicar; pero intentaremos explicarlo.


Existe una Masonería Espiritual y Universal que siempre ha estado vibrando en torno a la Especie humana, incluso antes de su surgimiento como tal. Una Masonería quizá grabada en nuestros genes y que, en el transcurso de la Historia, ha venido resurgiendo, de un modo u otro, con diversos nombres, agrupando a seres humanos de buena voluntad que intuyen que si el hombre está en el Mundo es para algo que trasciende su propia individualidad.


Del mismo modo que el Hombre, al igual que el resto de sus hermanos animales, se encuentra en continua evolución física y psíquica, así la Masonería está sujeta a la misma Norma o Ley. Quien no aprende de la Historia está condenado a repetirla. La inmovilidad no es propia de la Vida y tampoco de la Especie Humana, por lo tanto cristalizar el pasado significa enclaustrarnos y cerrar los ojos al futuro. Sería como encerrarnos en nuestra vivienda a la espera de que la Vida pase en el exterior.


A eso es a lo que los grupos masónicos, que no la Masonería Universal, se exponen en el caso de no adaptarse a los tiempos y resistirse a la propia evolución de la Historia Humana. Cualquier historiador, medianamente versado, sabe que las corporaciones operativas de colegios masónicos empezaron a ser conocidas con la construcción de las catedrales góticas y que a pesar de ser asociaciones libres, rendían obediencia tanto a los nobles de los lugares donde operaban como de los eclesiásticos para los que trabajaban. Es decir, la actual masonería, no cabe duda alguna, hunde sus raíces en el cristianismo católico más ortodoxo y esto sucede mucho antes que los denominados landmarks,  lindes me gusta llamarlos, fueran redactados por Anderson y compañía.


Algunos grupos masónicos como El Escocismo rectificado, el Rito Egipcio de Menphis Mizraim o la Rosacuz in Anglia, entre otros, no admiten miembros que no se declaren, no solo creyentes en una unidad Creadora, El Gran Arquitecto del Universo, sino también como cristianos. Nosotros, como Masón y como cristiano declarado, respeto tal concepción aunque no la comparta en absoluto, dado que dichos talleres quedan recluidos a una determinada ideología, en este caso religiosa, impidiendo que el adogmatismo del símbolo pueda llegar a la totalidad de seres humanos de forma independiente de sus determinadas creencias. Es por dicha causa que nosotros, personalmente, nos sintamos más a gusto en la que se conoce como masonería liberal y adogmática, donde además se alienta la pertenencia de la mujer como miembro en sus logias o talleres.


Una multitud de las lindes de la masonería operativa de los constructores de catedrales, hoy en día y por cualquiera, pueden considerarse como normas trasnochadas y superadas por la apertura de la consciencia de la nueva humanidad de nuestros últimos siglos. Lo mismo sucede con los landmarks o lindes que fueron promulgadas con posterioridad, así como las que en la actualidad se pudieran aprobar es muy probable que en un futuro no muy lejano quedaran igual de obsoletas.


El caso es que a pesar de que los masones somos conscientes de lo hasta aquí expuesto, nos resulta, como colectivo, hartamente dificultoso y traumático el llegar a modificar esas lindes que mantenemos como si de dogma y doctrina se tratara, en lugar de como pautas de comportamiento decididas en unos momentos determinados de la historia de la masonería y por lo tanto de la humanidad. Lo que trato de indicar, creo que queda claro y es, que los landmarks son válidos dentro de un contexto histórico determinado y al igual que el Hombre evoluciona como individuo así las lindes deberían de ajustarse a las nuevas formas de vivir y pensar.


El Siglo XVIII no solo fue el surgimiento, con las constituciones de Anderson, de la moderna Masonería especulativa, sino que también fue el comienzo de las luchas rupturas y disensiones de la forma en que los masones deseaban organizarse como Institución. Evidentemente, dentro de esa algarabía estructural, despuntaría una de las organizaciones  como la más numerosa y poderosa, La Gran Logia Unida de Inglaterra, bajo cuya égida y lindes se agrupa lo que se ha venido a conocer, a mi modo de ver de forma errónea, como Masonería Regular, entendiendo por regularidad, la aceptación a pies juntillas de unos landmarks muy posteriores a los redactados por las corporaciones masónicas operativas y sin embargo, igualmente lejanos de nosotros como es el Siglo del que hablamos.


Con respeto nos parece trasnochado el que el Soberano del Reino Unido siga siendo la cabeza visible de cierta Masonería, denominada regular, donde se exija aún ser creyente de alguna religión monoteísta para poder participar del Trabajo masónico y donde, para más inri, se vete la participación femenina. Cosa que, en los tiempos que corren, nos parece demencial e incongruente con la verdadera tolerancia del Trabajo masónico. Además de estar convencidos que con la exclusión de las mujeres en las logias se pierde un Activo Interpretativo del Símbolo muy valioso si no fundamental.


Evidentemente es nuestra particular forma de ver las cosas. Yo no hablo de parte de nadie sino de mí mismo, como Individuo y Masón; pero nos consta que la Masonería Universal de carácter espiritual debe de estar abierta a los nuevos tiempos y a sus novedosas formas de entender la Vida y debe de interpretar las lindes como algo temporal. Tan temporal como todo lo que atañe a la especie humana y al mundo en el que le ha tocado vivir. El símbolo es perenne; pero su interpretación no tiene porqué serlo y es una de las bendiciones y lo más bello que posee la Masonería, su adogmatismo militante. Un símbolo puede decirnos a nosotros determinadas cosas y a otros hermanos cosas muy distintas, aunque no entrasen en contradicción. Las lindes no dejan de ser más que interpretaciones sujetas al paso del Tiempo y a la evolución de los propios masones que no de la Sempiterna Masonería Universal. Quedarnos anclados a unos landmarks inamovibles vendría a ser como identificarnos con cierta Letra de la Masonería en lugar de con su Esencia Espiritual.


Cuando Aralba se inició en la Masonería lo hizo de forma Regular, en una Logia Regular de la Masonería Regular. En la actualidad, sintiéndonos regulares, estamos sujeto a que algún hermano, denominado Regular,  nos señale con el dedo y nos diga que no somos un verdadero masón por no pertenecer a la organización masónica mayoritaria y sujeta a la autoridad de un determinado Monarca; pero eso es igual. La Regularidad se lleva en el Corazón y desde luego nunca llamaré a la puerta de una vivienda donde no sepan aceptar mi forma de ver las cosas: Para mí son tan hermanos los creyentes, pertenecientes a las religiones aceptadas, como de las heréticas, así como la de los agnósticos que como Tomás se negaron a creer hasta poder palpar la evidencia. Por dicha circunstancia me considero masón adogmático y Liberal, recibiendo en mi Hogar a todo Masón de cualquier clase y condición sin importar su procedencia o calificativos.


ARALBA