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viernes, 21 de diciembre de 2012

Regularidad Vs Irregularidad



Nosotros no nos consideramos ni regulares ni irregulares, tan solo únicos e individuales.

El concepto de regularidad o irregularidad lo suelen utilizar aquellos que quieren mostrar, semánticamente hablando, que son los auténticos propietarios de una determinada tradición iniciática, al contrario que los otros, y para ello muestran unos documentos debidamente sellados y firmados por una supuesta instancia superior.

Ese intento de mostrar la legitimidad que se posee para transmitir determinados símbolos, ritos e iniciaciones, solo muestra una necesidad de ser tenidos en cuenta, dado que la magia ceremonial, de existir visible, haría innecesario dicho esfuerzo. Esa magia también podría denominarse como Carisma y, existiendo este último, atraería a los individuos sin alguna necesidad de documentos  o cualquier otro tipo de comprobante externo.

La necesidad de la propia regularidad, inexcusablemente, va  unida a la demostración de la irregularidad del otro. Ese otro que nos hace la competencia intentando atraer hacia sus filas a aquellos que muy bien podrían encontrarse en las nuestras. El caso de la regularidad respecto de la irregularidad es el mismo estatus conceptual que existe entre Religión oficial y Secta, cuando todas las religiones existentes comenzaron como tales.

El afán de controlarlo todo es algo que caracteriza a las organizaciones que se autodenominan regulares y que a los demás nos califican como de irregulares. Por dicha causa, las mismas organizaciones, así autodenominadas, dejan de ser adogmáticas para convertirse en entidades supra-doctrinales, donde existe una cabeza visible, generalmente algún monarca, y unas normas claustrantes, bien definidas, como pueden ser la necesidad de una determinada creencia, más o menos concreta, o la de no aceptar a determinados individuos por alguna razón de sexo, raza u otra condición.

Se es irregular, para los supuestos regulares, cuando no se cumplen determinadas normas por muy decimonónicas que sean, aunque el sentido común, basado en los conocimientos más recientes, demuestre con claridad, que aquellas cláusulas están con creces superadas y se encuentran obsoletas.

Por lo tanto, la cuestión de regularidad o irregularidad solo les compete a los que se autodenominan como regulares, pues los que somos considerados como irregulares, por aquellos, ni nos sentimos así ni tratamos de usar dicha visión mediática contra los que se consideran nuestros oponentes, dado que para nosotros la Verdad se muestra por los hechos, la magia o su carisma.

Es por dicha causa que, generalmente, se acepta en las instituciones mal denominadas irregulares la visita de miembros supuestamente regulares, aunque el caso inverso sea prácticamente imposible, dadas las restricciones dogmáticas de la, a nuestro parecer, mal denominada regularidad.

Es por dicha causa, que muchos de nosotros hacemos oídos sordos cuando escuchamos esa estúpida falacia de la regularidad o la irregularidad.

ARALBA