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domingo, 2 de noviembre de 2014

Sobre Moralidad y Utopía

En el estudio de la Filosofía los conceptos de Moralidad y Utopía tienen unos significados muy concretos; pero quisiera que el lector se desprendiese de cualquier definición aprendida y que se sumergiese, con nosotros, en esta breve reflexión acerca de la Moralidad y la Utopía.

Se habla de una moralidad natural; pero que evidentemente nada tiene que ver con la moralidad de la Naturaleza, dado que la Naturaleza es amoral y donde el mayor significado está dado por el instinto de supervivencia. Es moral para cualquier entidad vital, cualquier cosa que le permita sobrevivir; es decir, en la Naturaleza podríamos decir que impera la Moral de Comer para sobrevivir. Con lo cual todo ser viviente está expuesto a ser comido para que otro cumpla con su natural instinto de supervivencia.

La Moralidad es un concepto humano y se puede hablar de moral natural en tanto en cuanto los hombres y mujeres pertenecemos al Reino animal y por lo tanto, querámoslo o no, formamos parte de la Naturaleza.

Ahora bien ¿Existe una Moral Universal?, ¿Un Concepto que defina la Moral para que pueda ser entendible? Creemos que sí; pero para ello, tenemos que desvincular la Moral de su Concepto Natural y llevarla al ámbito puramente humano y ligarlo al Concepto artificial, puramente intelectual, de Utopía.

Creemos que el concepto utópico más universal y que el Ser Humano ha podido pronunciar proviene de la Revolución Francesa y está compuesto de tres partes: Libertad, Igualdad y Fraternidad; pero como toda utopía y dándose el lugar de Trabajo, en el Campo de la Naturaleza, que es amoral es imposible que pueda llevarse a cabo plenamente; pero ello no implica para que se intente y lleve hasta las últimas posibles consecuencias.

La Libertad plena de todos los hombres será imposible mientras existan individuos que se nieguen a coexistir en paz unos con otros; luego algunos se condenan a sí mismos a no poder ser libres. La Igualdad entre los seres humanos es imposible, en tanto en cuanto unos son más capaces que otros tanto en lo físico como en lo intelectual y lo único que nos queda y que es completamente independiente del como sea cada cual, es la Fraternidad, usando el término como la aceptación de que todos los miembros de la especie humana somos hermanos y como tal deberíamos tratarnos unos a otros independientemente de nuestras personalidades más o menos compatibles, de nuestras cualidades físicas diferenciadas de aspecto o psíquicas y de sexo.

Me disculparán que traiga a colación dos dichos populares muy arraigados y que contienen mucha sabiduría interior: Haz a los demás lo que tú quisieras que los demás hicieran contigo; lo que se traduce en que no hagas a los demás lo que no quisieras que los demás hicieran contigo; pero hay otro concepto que se enfrenta al de Moralidad Universal, el concepto de moralidad particular, porque la moralidad de los grupos humanos depende de sus costumbres ancestrales y entre esas costumbres, sus tradiciones religiosas así como los implícitos mandamientos y doctrinas que aun no siendo propios de la persona, le vienen impuestos por su entorno y lugar de nacimientos. Es decir no es lo mismo la moralidad de los musulmanes que la de los cristianos, ni la de estos tiene nada que ver con la de los esquimales del polo norte o de las tribus de la selva amazónica. El segundo dicho popular al que nos referíamos, muy útil para mantener la convivencia entre personas pertenecientes a costumbres y, por lo tanto, moralidades diferentes, es ¡Donde fueres haz lo que vieres! Es decir, cuando nos traslademos a otros lugares del mundo donde las costumbres son diferentes de las nuestras, mientras nos habituamos al nuevo entorno, respetemos a sus habitantes y comportémonos como vemos que ellos lo hacen entre sí.

Luego vemos que es imposible hablar de una moralidad universal no utópica dado que existen tantas moralidades como grupos humanos pululan por el orbe terrestre; pero dado que la globalización del Planeta, cada día, es más una realidad debido a los múltiples medios de comunicación que existen, diríamos que los esquimales van dejando de ser tan esquimales, respecto a sus costumbres y moral, y van siendo fagocitados por unas costumbres más urbanitas y que han terminado por ser globalizadas mediante los medios audiovisuales. Al resto de los grupos humanos del Planeta les viene sucediendo lo mismo y de algún modo se van estandarizando, lenta pero progresivamente, tanto las costumbres como su moral implícita siendo el único obstáculo para su plena imposición, las reglas y doctrinas artificiales, no naturales, de las diferentes corrientes religiosas.

Luego podríamos aventurarnos a decir que, aun tratándose de un concepto Global y utópico, la Moralidad evoluciona en nuestro Mundo mediante un consenso histórico proveniente de las interrelaciones de los grupos humanos que lo conforman.

Otro concepto importante para la imposición de esa Moralidad Universal, Natural si queremos, es el de tolerancia; porque, evidentemente, si no toleramos las costumbres y moralidades particulares de los otros, difícilmente podremos inducir nuestra propia conducta o moralidad particular en los otros; sino que, por el contrario, estaríamos avocados a un continuo enfrentamiento mutuo.

Pero tampoco es posible la consecución de una Moralidad Universal válida para todos los hombres y mujeres mientras los diferentes grupos de población estén sujetos a cualquier tipo de superstición y léase  esta como las doctrinas y dogmas impuestos por las determinadas religiones a sus creyentes y seguidores.

De lo cual podemos concluir que mientras la ignorancia campe a sus anchas por el Mundo, el fanatismo se encontrará agazapado en cualquier esquina para atacar e imponer su equivocada voluntad, el enfrentamiento entre las personas continuará y será imposible la consecución de la utópica moralidad universal.

Es por ello y para terminar que debemos dejar de luchar por imponer una determinada moral, por muy convencidos que estemos de que se trata de la forma más correcta de relacionarnos los seres humanos sino que, por el contrario, sin juzgar al otro, a nuestro hermano por desconocido que lo supongamos, debemos aplicarnos a nosotros mismos los conceptos morales que hayamos alcanzado. Ya se ocupará la propia Historia, con el transcurrir de los siglos, de aglomerar, por inducción mutua, todas las diferentes moralidades hasta transformarlas en una sola estándar y que sea la mejor posible para la común convivencia.

Sirvamos de ejemplo a los otros; pero sin proponérnoslo. Así, sin más. Seamos cada cual lo mejor posible para con nosotros mismos y dejemos que cada cual haga de su capa un sallo. De un modo u otro, nuestro comportamiento, nuestra moral, también les alcanzará.

Aralba