Isabel, mi Madre siempre decía
que después de muerta no quería que le hicieran algún tipo de homenaje o
recibiera lisonjas más o menos merecidas en vida. Ella opinaba que después de
muerto la cebada al rabo.
No obstante, me consta, que ella
no murió y se elevó a planos de existencia muchos más benignos que éste
psiquiátrico cósmico en el que vivimos y no me queda otra, aunque sea por salud
mental, que recordarla como era: Humilde, poco dada al chisme y a la bronca y
sacrificada con toda su familia.
En un sueño lúcido reciente la
pude ver en compañía de mi Padre y ambos estaban bien jóvenes y alegres. De
hecho, ni siquiera entendí que me hubiesen visto, dado que no se dirigieron a
mí en algún modo; pero me alegré, en sobremanera, de que ninguno de los dos
estuviesen apegados a la Tierra por sus nietos, mi Hermana, por mí mismo o
cualquier otra desconocida circunstancia.
La mujer aguantó, estoicamente,
las largas enfermedades primero y muertes de mi Abuelo Antonio, mi Abuela María
y su propio Marido, mi Padre Antonio. Muchas veces he pensado si yo podría
llegar a ser tan sacrificado como lo era ella con quienes la acompañaron en
Vida, hasta el punto de que las mejores
piezas de comida nunca eran para ella sino para nosotros, los demás. Jamás
conocí a una Persona menos egoísta que mi Madre.
Mi Padre, cariñosamente, le decía
que era tonta y yo que era boba; pero tras lo cual nos reíamos a mandíbula
batiente, pues sabía que no lo hacíamos con ánimo de ofender e insultar.
Con lo que ella sufrió en el
Servicio a los demás y cómo se marchó calladamente, rápido y con la intención
de no molestar. Siempre tuvo miedo a que
su enfermedad in habilitante, Artritis Reumatoide Deformante, la llevase a depender
de los demás, sus allegados, nosotros mismos y al final lo consiguió Se fue
cuando estuvo sola sin nadie, a mano, que la pudiese socorrer, aunque de nada
hubiese servido por su terrible hemorragia gástrica interna.
Ahora, después de pasado algún
tiempo, me consta que ella barruntaba su pronto final y no peleó para huir de
la muerte sino que fue, de forma valiente, a su encuentro.
En muchas ocasiones uno piensa
que no habría ocurrido si hubiese hecho esto, aquello o lo otro; pero de nada
habría servido dado que ella estaba convencida de que había cumplido
sobradamente con la Vida y quería no, deseaba fervientemente marchar a donde
fuese, aunque tan solo fuera al vacío cósmico.
Desde muy chiquito, ella siempre
creyó en mí. Mucho más de lo que yo mismo pudiera creer jamás. Le ponía enferma
cuando me auto insultaba por cuestiones más o menos pequeña que yo no era capaz
de realizar correctamente y me decía que no fuese tan duro conmigo.
Llevaba la mitad de mi Libro,
Rosacruz Luces y Sombra, leído cuando despegó de este Plano para alcanzar el Oriente
Eterno. No pudo acabarlo. Ella siempre decía que cómo siendo tan simple como
era había podido tener unos hijos como nosotros y yo le decía: Mamá si yo no
soy nadie ni he alcanzado alguna posición de privilegio en la Sociedad. Ella
callaba y al cabo de un rato, mi Ángel de la Guarda porque eso es lo que
siempre fue para mí, decía que no se refería a lo que teníamos sino a lo que
éramos, buenas personas.
Feliz Día de la Madre Mamá, pronto
nos veremos y podremos abrazarnos en ese otro Mundo de Amor al que has ido y
que tienes más que merecido. Dale un abrazo a Papá.
Por cierto, ya sabes que voy a
acoger una gatita.
Aralba