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viernes, 15 de febrero de 2013

Los Templarios y su relación con la Masonería



Por: Mario Morales Charris 33º
Ven:. Maest:. Resp:. Log:. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp:. Gr:. Log:. del Norte de Colombia
Pres:. Gran Consejo de Cab:. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám:. 30° 


En estos dos últimos siglos es mucho lo que se ha dicho sobre la relación existente entre los Caballeros Templarios y la Masonería. Tanto es así que algunos autores han tratado de mitificar, no sabemos con que intención, a ciertos actores que participaron en el escenario del Temple y en numerosos pasajes históricos, cayendo en especulaciones de difícil credibilidad.

Ahora, bien, no es que el mito sea malo como herramienta para sustentar o analizar un hecho histórico, pues se infiere y se ha demostrado que toda la historia escrita, es básicamente, una forma de mito. El problema está esencialmente en que en cualquier relato histórico se seleccionan ciertos elementos y se excluyen otros, encaminados de acuerdo a las necesidades, aspectos y trascendencias del tiempo en que fue creado y no a la época a que se refiere. En estas condiciones podemos afirmar que es equivocado; por consiguiente, falsifica forzosamente lo que realmente sucedió. No se piense, además, que queremos dictar una cátedra sobre la teoría y filosofía de la historia, pues no somos la autoridad para ello, de pronto es una necedad la nuestra. Pero esa no es la discusión, sólo para llamar un poco la atención si verdaderamente los Templarios tuvieron alguna relación con la Masonería, a pesar de que se han gastado ríos de tinta sobre esta temática. Sin embargo, todavía mucha gente, incluso Masones, se preguntan: ¿De dónde proviene la Masonería? ¿Quiénes fueron los Templarios? ¿Tienen algo que ver los Templarios con las Cruzadas? ¿Los Templarios fueron los fundadores de la Masonería? ¿La Masonería actual conserva símbolos Templarios? ¿Esta Masonería tiene grados dedicados a los Caballeros Templarios y/o los Cruzados? Y nos podemos hacer todos los interrogantes que sean necesarios alrededor de este asunto. Para darles respuestas a los mismos es preciso remitirnos a los orígenes de la Masonería y luego examinaremos de manera sucinta algunas variables históricas que hemos considerado de cierta relevancia para lograr el objetivo que nos hemos propuesto en este ensayo, como es el de demostrar la relación existente entre los Caballeros Templarios y la Francmasonería.

El tema sobre el origen de la Masonería, ha dado también mucho que hablar; se ha especulado con algunas leyendas que carecen de soporte histórico, Masónico y científico. Todo esto es posible porque desde sus comienzos la tradición oral en la Masonería ha servido como herramienta defensora de sus enemigos; por tal motivo los antiguos Masones procuraban no dejar escrito los asuntos propios de la Institución para evitar ser perseguidos y muchas veces asesinados. Como lo expresamos en el libro Antiguos Documentos de la Masonería[1], la tradición oral es muy importante en la Masonería, hasta el punto que todos los documentos escritos, y sobre todo los rituales, impresos o manuscritos, tan sólo pueden ser considerados como «ayuda-memoria». Sin embargo, la evolución del mundo en que la Orden Masónica está obligada a vivir ha llegado a tal extremo que las facultades de memorización de la generalidad de los Masones han ido poco a poco declinando, haciéndose necesario recurrir a esos «ayuda-memoria». De todos modos los citaremos con la finalidad de reflexionar y así despejaremos muchas dudas al respecto.

Pues bien, en numerosas oportunidades hemos escuchado teorías idealistas, fantásticas y tan absurdas que provocan la sonrisa de quienes las escuchan porque han investigado sobre la temática: “que nuestro origen se remonta en los precisos instantes de la creación”, o “que nuestra Luz invadió los paradisíacos lugares cuando un hombre llamado Adán irrumpió de la nada en el tiempo”. También sugieren “que Dios, el Gran Arquitecto del Universo, fundó la Francmasonería, y que ésta tuvo por patrones a Adán, los patriarcas, los reyes y filósofos de antaño”, y los más osados Incluyen a Jesucristo en la lista como Gran Maestro de la Iglesia Cristiana. Todo esto sin ningún fundamento histórico o protohistórico. Igualmente pretenden sustentar las anteriores aseveraciones, asignándole a la Masonería la construcción del Arca de Noé, la Torre de Babel, las Pirámides de Egipto, el Templo de Salomón, etc. Autores posteriores encuentran el origen de la Masonería en los misterios egipcios, Dionisiacos, de Eleusis, Mitra, y Druídico; en sectas y escuelas tales como las de los Pitagóricos, Esenios, Caldeos, las del Zoroastrismo, y las del Agnosticismo; en las sociedades Evangélicas que precedieron la Reforma; en las órdenes de caballería (Hospitalarios o Templarios); entre los alquimistas, Rosacruces, y Cabalistas; en sociedades secretas chinas y árabes. Se afirma además que Pitágoras fundó la institución Druídica y por lo tanto que la Masonería probablemente existía en Inglaterra 500 años antes de nuestra era.

Un grupo importante de historiadores, especialistas en esta materia, consideran sus inicios en el sufismo, escuela mística y virtuosa del islamismonacida en Persia (s. VIII de nuestra era) como resultado de la unión de las doctrinas islámicas con las religiones de la India, en especial el budismo, y a la cual se le incorporaron elementos cristianos y neoplatónicos. Otra corriente muy respetable cree que los Templarios son el enlace entre la Masonería, el templo de Salomón y el sufismo. Del mismo modo hay quienes, sin despreciar estas teorías, piensan que el nacimiento de la Masonería lo encontramos en los gremios constructores de catedrales y la fuerte preponderancia que tuvieron éstos de un equipo de sabios, pertenecientes, en ciertos casos, a la Royal Society de Londres. Otros ensayistas Masónicos, los más ortodoxos, afirman que la verdadera Masonería arranca en el s. XVIII, cuando ésta deja de ser operativa y se convierte en especulativa.

Estudiosos como Lacarrière, Leroy y Festugière[2] afirman que los comienzos de la Masonería los encontramos en la secta de los sabeos que daban culto a los astros, principalmente al sol y la luna. De acuerdo a ellos, en este linaje semítico de origen babilónico, podemos observar una sucesión de elementos que podrían ser el soporte de una posible Masonería. Por consiguiente estos supuestos fundadores de la Masonería perecen bajo la irrupción de las cruzadas. Luego su trabajo pasa a Occidente donde nacen órdenes como los Templarios, que a su vez terminarían en la Masonería. En todo caso existen numerosas pruebas arqueológicas de que los templarios que se trasladaron a Escocia sí que tomaron contacto con las primeras Logias Masónicas. Así, por ejemplo, en la capilla de los Saint Clair de Rosslyn los símbolos templarios conviven con los Masónicos. Sin embargo no podemos comprobar más allá de la hipótesis formidable cuál fue la relación exacta que los templarios formaron con la masonería. Es muy factible que se vincularan con ella de una manera natural inducida, primero, por el gozo que determinados caballeros habían mostrado ya en Oriente hacia cosmovisiones gnósticas y segundo, por el deseo de vengarse del papado y de la corona francesa que habían acabado con su Orden. En ese sentido, las muertes del Papa Clemente V y de los herederos al trono francés han sido interpretadas como asesinatos templarios aunque, indiscutiblemente, tal presunción no pasa de ser una teoría irreal.

La Orden del Temple, que incorporara tanto el factor monástico con el militar en su vocación espiritual, liderada inicialmente por el francés Hugo de Payens, el flamenco Godofredo de Saint-Adhemar y siete caballeros más, fue creada al calor de la Primera Cruzada por los años 1118 en Jerusalén con el objetivo de proteger a los peregrinos que la visitaban. Por esta razón recibió el apoyo entusiasta de san Bernardo de Claraval. Igualmente el grupo había jurado, ante el patriarca de Jerusalén, los votos monacales de castidad, pobreza y obediencia, y el rey de Jerusalén, Balduino II, les concedió cuarteles en las mezquitas de Koubet al-Sakhara y Koubet al-Aksa, situadas sobre el solar del antiguo Templo de Salomón. Por ello la Orden se llamaría, con el tiempo, «Orden del Temple» y sus miembros «Templarios».

La gran mayoría de historiadores coinciden que los nueve caballeros fundadores de la Orden, participaron unos años antes, a partir de 1095, en la Primera Cruzada a Tierra Santa. Por tanto esta Fraternidad está íntimamente ligada a las Cruzadas ya que nace como consecuencia de la primera y muere poco después de que el último proyecto de Cruzada se hiciera inviable a comienzos del siglo XIV.

Los autores Masones Christopher Knight y Robert Lomas piensan que durante el acoso a que fue sometida la Orden del Temple a partir del 13 de octubre de 1307 por Felipe IV de Francia –para apoderarse de las riquezas de ésta– con el beneplácito del Papa Clemente V, algunos de sus miembros consiguieron escapar instalándose en tierras escocesas, llevándose parte de los tesoros y manuscritos que habían encontrado bajo los establos del Templo de Salomón. Luego se trasladaron a la localidad de Rosslyn, no lejos de Edimburgo, donde esperaba otro templario, William Sinclair, nieto de Henry Sinclair, un cruzado que había visitado Tierra Santa mucho antes de que se descubrieran estas reliquias. Al parecer, William quería construir un templo cuyos cimientos fueran una copia exacta de los de Salomón, con la intención de ocultar en ellos las reliquias y manuscritos en un lugar equivalente al de procedencia. El templo de William Sinclair, construido en 1447, es la Capilla de Rosslyn y, según Marcus Allen, periodista e investigador de estos asuntos, y distribuidor en Inglaterra de la revista australiana Nexus, una parte de la capilla está cerrada actualmente al público con la excusa de estarle realizando “reformas” en el sótano. Allen cree que están buscando el escondite del Arca de la Alianza.

Por otra parte es interesante señalar, y en la que no cabe ninguna duda, es que los ejércitos de los Cruzados, conociendo de hecho que tendrían que sitiar las ciudades del Asía Menor que hallaran en su camino a Jerusalén, llevaron también todos los dispositivos humanos necesarios, competentes en el arte de la construcción de fortificaciones. Asimismo preocupados por el misticismo religioso fanático que les conducía, llevaron hombres expertos en la construcción de iglesias. Después, al regresar a Europa, trajeron consigo muchos secretos de la construcción aprendidos de los arquitectos y constructores de Oriente.

Los jefes de los Gremios de Constructores hicieron lo posible de que tales secretos no se divulgaran. En consecuencia los que ingresaban como miembros de la Fraternidad, juraban no revelar jamás los secretos del oficio que aprendían, ni tampoco las formulas y signos de reconocimiento de la Sociedad.

Cada Logia tenía sus propios reglamentos y desde luego que había muchos factores comunes en ellos. Pero José Dotzinger, quien fuera reconocido en ese entonces como Gran Maestro de la Hermandad de los Masones Libres de Alemania –constituida sólo por Maestros, Compañeros y Aprendices– organizó un congreso en 1459, en Ratisbona y allí fueron unificados todos los Estatutos que regían los destinos de los constructores.

Fuera como fuese, durante los siglos siguientes esa vinculación de algunos templarios con la Masonería se convirtió en un punto central de su historia y de su propaganda. Se insistió en que los Templarios habían formado parte de la cadena de receptores de secretos ocultos existente desde el principio de los tiempos un hecho más que dudoso y se dio nombre de «Templarias» a algunas obediencias Masónicas como la Orden de los Caballeros Templarios admitida en el seno de la Gran Logia de Inglaterra u otras órdenes Templario-Masónicas en Escocia, Irlanda y Estados Unidos. Tampoco nos debe extrañar el hecho de que tanto la Masonería como los Templarios se presentaban como enemigos declarados de la Santa Sede. La relación, por lo tanto, de los Caballeros Templarios con la Masonería escocesa del siglo XIV resulta innegable. De la misma manera se afirma que fueron estas fraternidades de constructores llegadas a Occidente las que habrían originado la Francmasonería moderna. Con ellos habrían traído el arte gótico, cuya propagación el Temple financió. Del mismo modo la tradición templaria habría incorporando además los ritos y la simbología del Temple en las primeras Logias Masónicas escocesas.

Otra situación que llama poderosamente la atención es que en Escocia –a principios del siglo XIV se hallaba en guerra con Inglaterra– las bulas pontificias de supresión de la Orden jamás fueron promulgadas, por lo que los Templarios de ese país nunca se disolvieron oficialmente. Parecen existir pruebas de que el Temple escocés se mantuvo como un cuerpo coherente durante cuatro siglos más. Incluso se dice que un nutrido contingente de templarios luchó a las órdenes de Robert Bruce en la Batalla de Bannockburn, en 1314. Precisamente es al rey Robert Bruce a quien se cita como fundador de las primeras Logias escocesas.

Es muy seguro que las tradiciones templarias perduraran en esta región. No es casual que la constitución de la Masonería especulativa en Inglaterra se deba a la dinastía escocesa de los Estuardo.

En la actualidad encontramos un templarismo vigente en los grados Masónicos, ya que entre el grado 15 y el 30 se muestran innumerables rasgos relacionados con los Caballeros Templarios y el Templo de Salomón. Así por ejemplo tenemos que los grados dieciséis y diecisiete se denominan respectivamente «Caballero de Jerusalén» y «Caballero de Oriente y Occidente»; el 27 es el grado del «Gran Comendador del Templo», que resalta la potestad suprema del Maestre sobre la orden templaria; y el grado 30, titulado «Caballero Kadosch» se refiere a la venganza del Temple hacia la corona francesa y el papado, responsables de la desaparición de la Orden.

Ya hemos expresado que al haberse refugiado algunos Caballeros Templarios franceses en Escocia, allí las Logias les brindaron hospitalidad; en agradecimiento a este hecho, iniciaron a aquellos Masones en las doctrinas secretas de su Orden y crearon un grado Masónico de la característica del Caballero Templario. De esta forma los Masones se constituyeron en sus sucesores y continuadores de sus prácticas y ritos. Luego, unCaballero Kadosch era en ese momento histórico un vengador del asesinato de Jacobo de Molay, último Gran Maestro de la Orden del Templo, quien tuvo que sufrir la encarcelación durante cinco años y medio, período en que lo sometieron a los sufrimientos e indignidades más extremos con el propósito de obtener por la fuerza la confesión del delito de su Orden. Pero fue firme y leal, y el 11 de Marzo de 1314, lo condujeron frente a la Catedral de Nuestra Señora, en París donde fue quemado públicamente. Detrás de esta treta y crueldad estaban dos oscuros personajes: Felipe IV “El Hermoso”, rey de Francia y el papa francés Bertrand de Goth, Clemente V.

En el año 1305, Felipe IV logró que la elección papal recayera en uno de sus partidarios, que se convirtiera en el papa Clemente V y al que obligó a residir en Francia. De este modo se inició la llamada 'Cautividad de Babilonia' del Papado (1309-1377) durante la cual los papas vivieron en Aviñón, sometidos al control de la monarquía francesa.

Felipe IV detuvo en 1307 al Gran Maestro, de los Caballeros Templarios, Jacques de Molay, y en el año 1312 obligó al Papa Clemente V a suprimir esta Orden religiosa y militar cuyas riquezas fueron confiscadas y muchos de sus miembros fueron quemados en la hoguera.

Por fortuna la prudencia y el buen sentido hicieron que este grado se fuera modificando substancialmente y a partir de 1797, el Caballero Kadosch interpreta esta leyenda de manera simbólica y con un carácter eminentemente filosófico, no es el terrible vengador de las víctimas de la Orden del Temple, es el hombre ilustrado, íntegro, justo y bueno, que sirve a la patria y acata sus leyes.

Otro aspecto que consideramos valioso recordar es cuando Jerusalén fue tomada y destruida por los ejércitos del emperador romano, Tito Flavio Vespasiano en el año 70 (e:. v:.), expulsando de la ciudad a los pacíficos Kadosch, que como sabios sólo se ocupaban del perfeccionamiento moral del ser humano.

Muchos años después, los valientes militares del duque de Baja Lorena (Francia), Godofredo de Bouillon, jefe de la primera Cruzada contra los sarracenos, recobraron Jerusalén, convirtiéndose así en el primer rey de esta ciudad en 1099 (e:. v:.).

Luego de haber ocupado los Kadosch el Templo de Jerusalén, fueron nuevamente expulsados, perdiéndose documentos importantes en donde estaba escrita la historia de la Masonería y su ocupación en el plano científico. El despido hizo que los sabios se dispersaran por la tierra para proseguir sus investigaciones y otros fueron escogidos para esconder y proteger en Occidente lo que quedó del gran archivo, tomando el nombre de Príncipes del Real Secreto, equivalente al grado 32 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el sexto y último de su clase y el segundo de los Grados Sublimes (Masonería Blanca o Grados Administrativos).

Como podemos ver, la creación de los sublimes e inefables grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tuvo lugar poco después de la terminación de la primera cruzada, estableciéndose simultáneamente en Escocia, Francia y Prusia; pero por circunstancias que no son conocidas de nadie, éstos cayeron muy pronto en desuso y permanecieron olvidados durante muchos años, o sea desde 1648 hasta 1744. Pero semejante aseveración no ha podido ser nunca demostrada ni apoyada por ningún documento auténtico y fehaciente que merezca el menor crédito. En lo que sí estamos de acuerdo, es reconocer que la introducción de la Masonería Templaria, tuvo lugar en Francia en 1727 por el noble escocés, barón de Ramsay. Por tanto, con las reflexiones históricas hechas hasta aquí, queda demostrado que sí hubo relación entre la Orden de los Templarios y la Masonería.
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[1] Morales, Charris Mario. ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA –manuscritos antes de 1717–. Editor, Gran Logia del Norte de Colombia. Imprenta, Cencys 21. B/quilla., Colombia. Marzo de 2004. P. 9.
[2] Citados por Blashke, Jorge y Río, Santiago. LA VERDADERA HISTORIA DE LOS MASONES. Editorial Planeta, S. A. Primera edición. Barcelona, España. Enero de 2006. P.40.

Referencias bibliográficas
  1. Abrines, Lorenzo Frau. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LA MASONERÍA. Editorial del Valle de México, S. A. Tomo III. México. 18 de septiembre de 1981.

  2. Baigent, Michael y Leigh Richard. MASONES Y TEMPLARIOS –sus vínculos ocultos–. Ediciones Martínez Roca, S. A. Madrid, España. Abril de 2005.
  3. Beck, Ralph T. LA MASONERÍA y otras sociedades secretas. Editorial Planeta. Bogotá, Colombia. Agosto de 2004.

  4. Blashke, Jorge y Río, Santiago. LA VERDADERA HISTORIA DE LOS MASONES. Editorial Planeta, S. A. Primera edición. Barcelona, España. Enero de 2006.

  5. Mackey, Albert Gallatin. ENCICLOPEDIA DE LA FRANCMASONERÍA. Editorial Grijalbo, S. A. Tomo IV. México. Marzo de 1984.

  6. Morales, Charris Mario. ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA –manuscritos antes de 1717–. Editor, Gran Logia del Norte de Colombia. Imprenta, Cencys 21. B/quilla., Colombia. Marzo de 2004.

  7. Origen de la Orden del Temple de los Pobres Caballeros de Cristo. En Internet:http://platea.pntic.mec.es/~rmartini/origenes.htm

  8. Orígenes e Historia de la Masonería. En Internet: http://www.masoneria-uruguay.org/quees.htm

  9. Read, Piers Paul. LOS TEMPLARIOS –monjes y guerreros–. Ediciones B. Argentina, S. A. Buenos Aires. Junio de 2005.

  10. Solano Bárcenas, Orlando. LA LOGIA UNIVERSAL. Ediciones Universidad INCCA. Bogotá. Mayo de 1994.

  11. Templarios y Masones. En Internet: http://sirauras.iespana.es/sirauras/leyendas/masones.htm
    12. Vidal, Cesar. LOS TEMPLARIOS Y LA MASONERÍA. Revista digital Conoze.com. En Internet: http://www.conoze.com/doc.php?doc=1235