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domingo, 9 de octubre de 2011

Mecagüen tu lo que se menea



                                      

Hay escritores que, por pura narcolepsia, van buscando una musa que les llene su aburrido y aletargado espíritu, de la suficiente fuerza de voluntad para, poder así, permitirles comenzar un nuevo trabajo bajo la perspectiva de una original y novísima idea.

Eso, cualquier persona que no ande demasiado despistada, podrá comprobar que es una memez y una falacia, dado que desde que nos levantamos de la cama hasta que nos volvemos a levantar, a la mañana siguiente, estamos siendo agredidos par una infinitud de vivencias palpables u oníricas; pudiendo ellas, ser objeto de una voluminosa obra literaria.

El Problema no es ese, dado que la auténtica musa es el folio en blanco; ahora la pantalla del ordenador; sea un tubo de rayos catódicos, una pantalla de LCD, Plasma o Leds. Cuando un escritor no escribe es simplemente porque no quiere, el resto son tontas excusas, con el único fin de no admitir su vaquería extrema, ocasional o patológica si se prolongara en el tiempo.

También pueden darse problemas neurológicos; en cuyo caso, no sería una cuestión de falta de musa o de ganas de trabajar. Simplemente ha llegado el final de la vida laboral de un escritor. Hombre, entiendo yo que no se puede escribir llevando a cuestas una demencia senil o alzheimer como tienen a bien llamarlo ahora los matasanos.

Por otro lado, es curiosos que al escritor, hormiguita trabajadora, ese tipo de enfermedades mentales, donde se echa en falta la tan necesaria memoria, que por otro lado no deja de ser una de sus principales herramientas de trabajo, no suelen ser relevantes pues parece ser que la propia actividad neurológica de la Creación Literaria es una especie de impedimento o vacuna contra tan nefastas degeneraciones neurológicas; por lo menos eso es lo que indican las estadísticas.

Siempre se ha hecho hincapié en la actividad física necesaria para que no degeneren los músculos ni, con ellos, los sistemas linfático y circulatorio; pero no es, también, menos cierto que nuestro cerebro requiere de su propio y particular entrenamiento. Todos los jubilados y ancianos deberían, por la cuenta que les tiene, mantenerse activos jugando al ajedrez, leyendo y tertuliando con sus amiguetes del centro de jubilados; pero hace falta algo más, y no me refiero a las sopas de letras o crucigramas, que también, sino al intentar plasmar sobre un papel o en las insondables tripas de un ordenador sus recuerdos y vivencias más recónditos y remotos.

Ya, y para terminar, solo recordarles que el síndrome del folio en blanco, para los escritores, no es más que una excusa para dejarse morir. La falta de actividad es siempre una pequeña muerte y es por ello que la depresión, alargada en el tiempo, puede ir desconectando paulatinamente, poco a poco; pero de forma ininterrumpida, nuestros órganos vitales. El ejemplo más cercano de la estupidez, que supone, el síndrome de la falta de musa en un escritor, lo tienen aquí mismo, en este negro sobre blanco.

ARALBA