sábado, 2 de febrero de 2013

¿Políticos...? ¿Hacia dónde vamos con estos reptiles?




Intentaré no hablar de mí mismo, dado que la mayoría de la gente lo está pasando muy mal; pero sí que nos atrevemos a dictar algunas bellas palabras para nuestros aclamados chorizos políticos.

El caso es que me he tirado tiempo atacando a todos aquellos conspiranoicos que nos vienen hablando de una serie de extraterrestres reptilianos que quieren convertir al Ser Humano en sus esclavos prescindibles. Bien, señores conspiranoicos, les pido disculpas, dado que ustedes tienen razón, la han tenido siempre; pero desde un punto de vista metafórico.

Nuestros reptiles, igualmente ávidos de acaparar poder y riqueza, no necesitan máscaras o cualquier otro tipo de artilugios para esconder su verdadera naturaleza. Son tan poco inteligentes y solidarios que solo les funciona el cerebro reptiliano. La parte que se ocupa de las emociones y los sentimientos es como si estuviese cortocircuitada o desconectada.

Llevo ya tiempo viendo la verdadera naturaleza de algunos de nuestros empresarios, dirigentes y políticos, tanto nacionales como internacionales y les puedo asegurar que, como poco, les veo cara y piel de lagartos. Cuando les miras, porque acercarse a ellos es prácticamente imposible, sientes en tí el frío que supuestamente deben desprender sus cuerpos.

En la actualidad, la hipocresía, lo Políticamente correcto, se ha asentado en el trono de nuestros máximos valores. Ya no se educa a nuestros hijos, se los manipula para que ellos mismos se vuelvan egoístas y sin sentimientos. Individualistas irredentos que no moverán un solo dedo, aunque se muriesen sus propios hijos de hambre. Esa es la legión de esclavos que buscan construir nuestros ladinos señores lagartos de piel verde azulada.

En nuestro caso no es necesario que nos coloquemos alguna gafa especial para verlos como realmente son. De hecho, creemos que ya todos podemos verles el rostro que realmente tienen y aunque sea de lagarto, parecieran ser de piedra granítica. Hace tiempo que perdieron el honor, la honradez, el respeto o el sentimiento caritativo hacia sus semejantes. No nos engañemos, porque aunque sus palabras, hacia la concurrencia buscada, nos pudieran hacer creer que se trata de personas preocupadas por sus semejantes, sin embargo es justo todo lo contrario. Detrás de cada ser humano que pasa calamidades y miseria, ellos ven una oportunidad de medrar y enriquecerse. Algunas veces suelen donar algunas migajas miserables a las organizaciones que se ocupan de los desfavorecidos para atraer hacia sí la mirada de la gente humana, con el único afán de sacarle unos buenos beneficios.

No, nosotros no vamos a coger el fusil e ir cargándonos los lagartos que se nos crucen por el camino, entre otras cosas porque tratamos de no ser gente belicosa; pero, también, porque tampoco tendríamos muchas oportunidades de encontrárnoslos por la calle. Ellos viven en sus lujosas mansiones, hipermillonarias, protegidas por una tropa de escoltas y vigilantes armados hasta los dientes. De hecho, aunque supiésemos sus domicilios y les remitiésemos una carta para decirles que sabemos que son unos mal nacidos lagartos, sería trabajo perdido, dado que nuestros escritos jamás les llegarían.


Quiero creer que ellos son los atrasados y que en su evolución reptiliana, algún día, podrán alcanzar el estadio humano. Prefiero creer eso a no lo contrario y que casi todo el mundo rebuzna: Que todos tenemos nuestro precio y que llegado a un cierto estadio podemos ser corrompidos por un determinado precio. Con toda el alma quiero creer que esto no es así. Quiero creer que todavía existe gente honrada  capaz, al menos, de soltar una lágrimita cuando un niño pase a su lado cargado de negras moscas revoloteando alrededor de su boca manchada de triste nocilla, arrancada de algún lujurioso contenedor de basura.

Quiero sentir a esos lagartos como seres en transición al igual que lo son las voraces e insaciables orugas respecto de las estilizadas mariposas y en las que están obligadas a convertirse. Quisiera creer, también, que toda la basura y miseria que impregna a nuestro mundo solo es una maldita ilusión  producto de un ingenuo sueño revertido en la más oscura de las pesadillas.

Llevan mucho tiempo, las iguanas, lagartijas y otros bichos de sangre fría, gobernando a otros seres, nosotros mismos, que podríamos ser hasta sus propios dioses. Sin embargo, parecierale al Ser Divino, denominado Humano, como algo digno, loable y difícilmente alcanzable el convertirse en esos animalillos de sangre fría que viven parasitándonos, robándonos la sangre, la vida y hasta la propia alma.

Una buena hostia bien dada pudiera poner remedio a la situación. Una hostia que les despertara de su largo letargo y les hiciera comprender que mientras más poder, riqueza y prebendas busquen en este mundo, más pasos dan en contra de su propia y necesaria evolución espiritual. Pero es difícil ¿Qué ratón puede acercarse al gato para ponerle el cascabel? Están aislados, muy protegidos y si la comunicación es difícil, el acercamiento es casi imposible.

La cuestión es que los conspiranoicos que ven extraterrestres por todas partes tienen razón. Mucha razón. Toda la razón. Todos somos polvo de estrellas. Todo se provocó en el seno de una estrella, quizá nuestro Sol u otra estrella cercana, en el momento de su formación. Un proceso que ha durado miles de millones de años y que, quizá, ha pasado por diferentes estadios y en diferentes entornos del lejano cosmos, como pudieran ser nebulosas de H2O o de hidrocarburos asentadas, con posterioridad en los embarrizados y húmedos cometas. Uno de ellos, miles o millones chocaron contra la Tierra cuando se encontraba en proceso de formación y lentamente; pero sin pausa, la semilla estelar fue tomando un cuerpo tras otro hasta convertirse en lo que quiera que sea seamos nosotros hoy en día.

Hermosos lagartitos, leedme, por favor. ¿No sois capaces de daros cuenta que vais como tristes ratones, ciegos en busca de llenaros los mofletes con todo el grano posible, intentando cumplir con una  poderosa fuerza de la naturaleza conocida como instinto de supervivencia? La diferencia es que vosotros llenáis vuestras arcas en bancos extranjeros con el fruto de vuestro medrar en la política y en los negocios. Quizá, muy probablemente, ese pobre niño hambriento cuyas revoloteantes moscas intentan robarle unas migajas de crema de chocolate con avellanas, esté a miles de años luz, evolutivamente hablando de vosotros. Quizá ha venido a este Mundo para poneros a prueba y siento decirlo, pequeños humanos con cerebro de lagarto, le estáis defraudando y por ello estéis condenados a seguir unos cuantos millones de años más convertidos en unos miserables lagartos de sangre fría en busca de un presunto poder que no es otra cosa más que una entelequia.

Luego, no digáis si pasando el tiempo haciendo tanto daño a los que son vuestros semejantes, el Destino os revierta el mal multiplicado y os pisoteen el cráneo como si de una miserable víbora venenosa se tratase. Que me perdone el Ángel Guardián de las víboras que no va por ellas, solo se trata de una metáfora más.

Solo Ojos


Aralba, para quien nos conozca.