martes, 9 de septiembre de 2014

Otra de BDSM

Como ustedes saben me hago llamar escritor y aunque no somos periodista sí que poseemos la misma innata curiosidad y somos capaces de embadurnarnos de petróleo con tal de sacar a la verdad alguna enigmática y probable noticia.

Hace cierto tiempo, más de un año seguro, escribimos al respecto del BDSM con lo poco que pudimos recabar en la web y dado que teníamos cierto capricho por la Película de Culto, Historia de O, que trata de eso pues hemos decidido experimentar en nuestras propias carnes. Porque si no se han enterado, estamos hablando de Bondage, Sado Masoquismo.

Soy una persona dada a mitificarlo todo y, como no podía ser de otro modo, en mi mente coloqué a este tipo de prácticas en una especie de altar olímpico, dándole un tinte espiritualista muy lejano de su verdadero carácter puramente instintivo, básico y primario.

Por la poca experiencia en estos asuntos, mínima, creo entender que entre sumisos y dominadores se crea cierta dependencia de carácter ancestral, entendiendo por ello la necesidad de los débiles de ser protegidos por los más fuertes. Me recuerda bien los reportajes de Don Félix Rodríguez de la Fuente cuando el lobo perdedor, en la querella canina, coloca su cuello al alcance del ganador, demostrando así su dispuesta sumisión.

En realidad, para una persona normal, cuesta trabajo acostumbrarse a que una persona desconocida te llame perro, gusano u otras expresiones lindas igual de brillantes y poco ofensivas. Creo que el Tema consiste en anularse; o más bien dejar que anulen tu voluntad, de forma voluntaria, para que la mente se largue despavorida y el cuero, la carne llana, quede a merced de los instintos más primarios.

Ahora bien, el BDSM sería terrible si la mente hubiese escapado del todo; dado que no existiría algún tipo de consenso entre dominador y sumiso. No habría límites en el castigo y el delicado y frágil cuerpo humano podría romperse en mil pedazos y encontrar de forma accidental la muerte.

Estamos tratando de un suelo embarrado y terriblemente resbaladizo, así como ignoto y oculto en las catacumbas de la hipocresía social y el timoratismo eclesial, donde alguien podría usarlo como un arma para delinquir, poder chantajear a quienes buscan ese trato ominoso y tan mal visto por la sociedad común.

¿Qué les parecería que tras mantener una relación masoquista, en supuesto secreto, con una persona desconocida, aquella les solicitara dinero por no hacer público el contenido de tan tórrida y mal vista relación? Porque aquí delo que se trata es de ¿Quién posee límites morales? Siempre, desde que el Mundo es mundo, el inmoral es quien gana las batallas sobre este planeta porque no posee al enemigo interior; sin embargo, quien está atado a las cadenas de la moralidad se encuentra cohibido incluso ante situaciones puramente defensivas.

Esto hace, más difícil, si cabe, el poder encontrar personas de confianza dentro del mundo soterrado del Bondage y del Sadomasoquismo, donde se puede experimentar un retorno a las cavernas de nuestro Ser más primitivo y esencial. ¿Qué hay de malo en visitar, de vez en cuando, a nuestro gemelo animal en el enigmático Teatro del BDSM?, a nuestro Instinto más básico y primordial.

Aralba