viernes, 30 de agosto de 2013

La Guerra no es contra Sangre y Carne sino contra Principados, Potestades,



contra los gobernantes de este Mundo de Tinieblas,

contra Huestes espirituales de Maldad en las Regiones Celestes

         
Efesios - 6:12

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Adán, la humanidad, mantiene una ruidosa y sangrienta guerra consigo misma que alimenta a unos seres que jamás poseyeron vida propia, los arcontes o legisladores. Ya Saulo de Tarso, Pablo, nos avisa que no nos equivoquemos dado que la verdadera guerra, de carácter silencioso y sibilino, la estamos perdiendo y no es contra seres constituidos de materia y por lo tanto mortales, sino contra quienes gobiernan nuestro mundo, el Infierno representado por Dante en su Divina Comedia.

En el versículo del Libro de los efesios se dice que la Guerra no es contra sangre y carne sino contra otra cosa. Aquí sangre y carne representa tanto la materialidad de la que está constituido el Ser humano como de su propia mortandad. Máquinas u Ordenadores inteligentes no pueden ser, dado que en aquellas arcanas épocas no se conocía la tecnología actual, luego entonces se trata de otra cosa a la que más adelante se denominará como huestes espirituales.

A continuación se nos especifica que esa guerra es contra Principados, Potestades, contra los gobernantes de este Mundo de Tinieblas. Cuando se traduce un texto de un idioma a otro no se hace al pie de la letra sino, siendo inteligible, procurando ajustarse lo máximo posible al significado real del texto. Es un error muy común pensar que Pablo aquí está mostrándonos una jerarquía formada  por Principados, Potestades y los Gobernantes de este Mundo, cuando lo que realmente se trata de mostrar es que dichas entidades no son reyes, luego no son reales, son principados y los principados son instituidos por los reyes, los seres reales; luego esas cosas denominadas así fueron puestas, en sus sitios, para cumplir con una labor determinada y por ello a continuación de la coma se indica que son potestades, que tienen potestad, que se les ha dado potestad ¿para qué? Para gobernar en el Mundo, para mantenerlo estable y funcional que es lo que intentaría hacer cualquier ministro de un Gobierno Real.

¿Cómo es ese Mundo en el que vivimos? Un Mundo de Tinieblas, el verdadero Infierno. Luego podríamos entender que alguien Real, Adam Kadmón, el verdadero Creador del Universo,  colocó a una serie de Entidades, no reales, los principados con la misión, la potestad, de mantener estable este Universo (Gobernar éste Mundo de Tinieblas)

A continuación se nos apostilla, con una aclaración, de lo que son esas entidades: “Contra huestes espirituales de Maldad”  Huestes son hordas bien organizadas, luego sí podríamos hablar de unas determinadas jerarquías especializadas en diferentes facetas de la gobernanza de este Mundo de Tinieblas. Recordemos que no hay un Rey dentro de los principados, no son algo real sino algo espiritual, invisible; pero que sus efectos son reales dado que poseen la potestad Real. Los ordenadores hacen cosas reales que han sido planificadas por seres humanos, por creadores; pero los ordenadores no son personas de verdad, son una especie de semejanza psíquica de los programadores y constructores que diseñaron su software y hardware respectivamente. Aquí espiritual no parece utilizarse intentando indicar que se trata de seres reales con espíritu eterno e inmortal, semejantes al creador, sino en el sentido de que no son corpóreos y aunque invisibles sus efectos si pueden ser padecidos y sentidos en el mejor de los casos. Creemos honradamente que Pablo nos está intentando decir que son cosas puestas ahí por el Creador, a modo de pilares, para que el Mundo Tenebroso, el Infierno, se mantenga estable sobre una base de Caos. Caos al que tanto el Génesis Bíblico como la física cuántica de nuestros actuales científicos hacen referencia.

Estamos convencidos que se refiere a las ciegas fuerzas de la naturaleza que hacen posible la existencia de la materia primero, la vida después y, por último, la manifestación de la inteligencia. Sabemos que el Creador es bondad, infinito Amor, y a su contraparte se la denomina el Mal, la maldad absoluta; pero en realidad que intentan mostrarnos aquí con el Mal: La ausencia de la Bondad, la ausencia del Amor; en definitiva, la ausencia de Dios, del Creador, el Caos. Efectivamente, Adam Kadmón, el Hombre Original de la Gnosis, no está presente en esas jerarquías de fuerzas naturales salvo de forma invisible, en espíritu, como si de simples reflejos espirituales del creador se trataran. Son las cosas creadas por el creador, la programación, del Gran Informático que es Dios con la misión de que un universo estable pueda ser viable en un entorno cuántico de caos absoluto.

Fijaos que hemos hablado de este Mundo de tinieblas, de este Infierno y ahora se nos dice que esas cosas espirituales o entidades que poseen la fuerza, cuya potestad les ha concedido el Creador, se encuentran en las regiones celestes, en el firmamento, en el espacio sideral, en el cosmos, en los cielos del Mundo. Nosotros notamos los efectos del trabajo de dichas entidades y es por dicha causa que nuestras células no se separan unas de otras y que el granito mantiene su fortaleza cohesiva. Es gracias a esas entidades o cosas, en este caso en forma de electricidad, que el hombre haya conseguido sus avances tecnológicos y haya motores y luz por las noches. Es gracias a la Fuerza de Gravedad que manejan esas cosas que los seres que vivimos sobre la tierra no somos lanzados al espacio sideral; pero también es debido a esas cosas, esas entidades, esos "no seres reales", sino principados con potestad para gobernar que también estamos, los seres humanos originales, nuestros espíritus, atados a este Mundo de tinieblas, a este Infierno, y a la rueda de la vida y de la muerte.

Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba, dice Hermes Trimegistos, el tres veces grande, el conocido en Egipto como el Dios Toth, el mensajero de los dioses griegos. Esas fuerzas arcónticas podemos observarlas en el firmamento manteniendo las órbitas de los astros y permitiendo que la vida pueda ser posible en los planetas que orbitan algunas estrellas; pero esas mismas fuerzas, cuyos efectos observamos en el cielo, son las mismas fuerzas que permiten que nuestro espíritu inmortal cabalgue estos cuerpos materiales sujetos a la vida y a la muerte.

Como bien conocían los primitivos cristianos Gnósticos, vivimos en el Infierno y nuestra Lucha, nuestra Guerra es contra aquellos que mantienen posible que este Infierno, cargado de muerte y de tinieblas, siga existiendo por siempre jamás, dado que desobedecieron la orden de despertar a los intérpretes en el momento oportuno. Sí nuestra Guerra no es contra seres tangibles sino contra quienes gestionan las fuerzas que gobiernan en nuestro Universo.

¿Cómo luchar contra los Arcontes?, cosas invisibles, puestos en el Cosmos con el fin de que el Infierno de la materia no se derrumbe: Estudiando los efectos de esas fuerzas primero, es lo que hacen los científicos, para penetrar después hasta en lo más profundo de su inteligencia artificial y así descubrir todos y cada uno de sus secretos.

Es evidente que mientras consideremos este Mundo de Tinieblas como algo bueno y positivo, semejante a algún tipo de paraíso, la humanidad seguirá aferrándose a seguir dormida en el mullido colchón de la entelequia y la falsa felicidad que produce el apego hacia las cáscaras materiales de nuestros iguales, sean personas, animales, minerales o plantas.

Dios, el Amor, vive dentro de todas las cosas, en nuestro interior, apresado bajo múltiples capas de cáscaras de maldad, "de no Amor". Es necesario que nos hagamos conscientes de lo urgente que resulta que despertemos y comencemos a eliminar las cáscaras que impiden que la Metanoia, la Luz espiritual proveniente del Pleroma, toque nuestro más íntimo Ser. Generalmente se habla del corazón; pero es más bien el corazón holográfico que se encuentra en el núcleo celular, en forma de ADN, en todas y cada una de las células de nuestro cuerpo material. El Espíritu Humano no se encuentra fuera de su cuerpo, como algunos creen, sino en su interior proporcionando vida a cada una de sus moléculas.

Los Arcontes o legisladores solo eran cosas etéricas (Máquinas podríamos decir) programadas para cumplir con un complejo cometido, mantener estable el Escenario Cósmico; pero en algún instante de los eones de tiempo cósmico, algunos de los legisladores tomaron consciencia de su verdadera situación: Que solo eran cosas creadas para durar un determinado tiempo y después, cumplido su cometido, dejar de existir. Dado que los divinos intérpretes, el Hombre Original, entraron en el escenario dejando atrás su eterna memoria, los legisladores decidieron mantener, por siempre, dormido a Adam Kadmón y así seguimos hasta el presente: El creador sumido en un profundo sueño con ensueños y siendo solo parcialmente consciente mediante el uso de los cascarones materiales que suponen los más diversos cuerpos de sangre, carne y huesos.

Algunos de los arcontes, unos pocos, son fieles a su Creador muy a pesar de ser conscientes de cuál es su inefable destino y es, por dicha causa, que la esperanza de que la humanidad despierte a la luz del Mundo Original no se ha perdido.

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La Guerra no es contra los elementos materiales de la creación, sino contra los legisladores de este Infierno que cual hordas invisibles, ajenas al creador, moran en el Espacio Sideral y desde allí siguen tejiendo un velo del Destino al que la divinidad es ajena.
  
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Aralba