sábado, 9 de febrero de 2013

Cátaros, La fácil transmisión del Mito




¡O de como la Mentira, con el tiempo, termina pareciendo la Única Verdad!


Este Blog, Página me gusta llamarlo a mí, forma parte de un conglomerado denominado El Laurel Cátaro (La Web de Aralba) y los lectores que nos hayan seguido hasta aquí, seguro que se habrán venido preguntado ¿Qué tiene este trabajo de ARALBA que ver con los Cátaros? Esa misma pregunta me he realizado yo mismo muchas veces. 

Recientemente, como si de una avalancha se tratara, los lectores estáis siendo bombardeados con una ingente cantidad de artículos, unos propios, otros ajenos referente a los Bons Hommes, como así eran denominados en su lejana época. 

Quizá, quiero creer, ha llegado la hora de levantar el velo que durante siglos ha tapado la única verdad acerca de los Cátaros. Una verdad cubierta, a propósito, por la propia curia eclesiástica de la Iglesia Católica y tergiversada, hasta convertirla en irreconocible por los investigadores del Siglo XVIII, de origen mágico teosófico, que transformaron las mentiras registradas por la Inquisición Dominica y de una monarquía francesa, expansionista, en una historia mitológica que poco o nada tiene que ver con la verdadera historia de los Valdenses, Cátaros, Bogomilos y Patarinos.




Desde esta Página no vamos a proporcionar datos y fechas que ya se han transmitido en artículos anteriores y que si el lector está, en verdad, interesado puede molestarse un poco en investigar sin salir de este mismo Blog “LOS ARTÍCULOS DE KAOS QUÁNTICO”. Por lo cual les indicamos que si nuestras palabras no son creíbles para ustedes, les insto a que re-investiguen sus adquiridos conocimientos desde este novedoso punto de vista.


Respecto a los Cátaros hay dos verdades irrefutables y a saber: Que pertenecían a una tradición del cristianismo gnóstico original transmitida, desde la época apostólica, antes de la Reforma propiciada por el Emperador Constantino que daría lugar a la Iglesia Católica primero y al cisma Bizantino de la Ortodoxa poco después. 

Desde su nacimiento, la Iglesia denominada como Católica u oficial vino persiguiendo, a fuego y sangre, a todas aquellas comunidades cristianas que no se les unieron para conformar esa unidad de Iglesia y Estado que el Imperio Romano, de la época, requería.

No decimos aquí, ni mucho menos, que no se produjeran herejías derivadas de influencias más orientales como el arrianismo o el maniqueísmo; pero es curioso comprobar cómo, a pesar de su completa desaparición, tanto del arrianismo como del maniqueísmo, ha quedado alguna información escrita y sin embargo del, más reciente, Catarismo tal y como se nos quiere hacer ver, no ha quedado nada más que falsos vestigios derivados de los estudios sobre los manuscritos de la Inquisición. 

¡Esto no es normal!
Cosa significativa; porque esto mismo sucede con los Templarios, cuyas supuestas doctrinas y final histórico se pierden en la neblina histórica más desesperante. Solo recordar que uno de los principios, dados de la propia palabra de Cristo, es “Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar” No es de extrañar, pues, que muchas comunidades e Iglesias cristiano-apostólicas decidieran mantenerse al margen de esa unificación pretendidamente universal impuesta por Constantino y la Iglesia Cristiana estatalizada.

La otra verdad y que es necesario conocer es que dichas comunidades cristiano apostólicas, de las que venimos hablando, eran denominadas de muchas formas, dependiendo de por quienes fueran lideradas o de las regiones en las que estuvieran asentadas de ahí los nombres de valdenses, albigenses, Bogomilos, Cátaros o Patarinos, entre otros. 

Nombres que por cierto, eran impuestos por gentes ajenas a dichas comunidades eclesiásticas, dado que es público y notorio que no era del agrado de dichas gentes el que se les denominara de dicho modo, dado que ellos solo se consideraban, a sí mismos, como simples y humildes cristianos apostólicos.


Esas comunidades gnósticas fueron tildadas de heréticas, cercanas al dualismo maniqueo, con la única intención de excusar el genocidio que vendría a producirse con las continuas y sangrientas cruzadas que se lanzarían contra las regiones ocupadas por dichas comunidades, como la Occitana y el Langedoc, con el beneplácito de la Jerarquía eclesiástica romana, que previamente había transmitido sus anatemas y órdenes de excomunión contra los herejes, así como indulgencias a los propios cruzados e inquisidores, con el único fin de suavizar la consciencia de los militares y monjes que se ocuparían de realizar la multitud de torturas y sangrientas matanzas consideradas como sagradas y necesarias.


El resultado final fue que el Cristianismo apostólico, que se encontraba en auge en dichas localidades, fue si no exterminado del todo, dado que sería el germen de la muy posterior Reforma Protestante, sí diseminado para terminar ocultándose en el interior de unas pocas familias con los fines de proteger la propia vida así como la verdadera enseñanza evangélica de Jesús de Nazaret.


Las mentiras que se urdieron para promover la anexión del Pueblo a la tortura y las sangrientas cruzadas, fueron muchas y diversas, desde que la supuesta Herejía Cátaro-Valdense era de carácter maniqueo, pagano, demoníaco y anti cristiano, hasta que sus costumbres eran insanas e impropias de cualquier buen cristiano como, por ejemplo, el carácter de la Endura o supuesto suicidio ritual, hasta la suplantación del bautismo mediante la  aspersión de agua a los recién nacidos, por la imposición de manos que pretendiera transmitir el Espíritu Santo a los adultos y moribundos. Hecho éste último que, en la última instancia de la vida, pretendía sustituir los santos óleos del Sacramento de la extremaunción por el de la Transmisión, del verdadero Espíritu del Sacerdocio Cristiano. Respecto a su promiscuidad y supuestas aberraciones sexuales no dejan de ser parte de las calumnias inventadas por sus enemigos.


Al igual que en las actuales Iglesias Evangélico-protestantes, las Iglesias Apostólicas de las que hablamos evitaban la mayor parte de los sacramentos aceptados por la Iglesia Católica y, evidentemente, tomaban el sacramento de la Comunión como una de las mayores aberraciones de canibalismo, así como el bautismo de los infantes, dado que aquellos denominados herejes, entendían que solo siendo adulto se podía aceptar una determinada Fe, en este caso los misterios del Cristianismo Original.



Dado que el Cristianismo Primitivo Egipcio, recordemos que Jesús de Nazaret fue llevado de pequeño y antes de comenzar su apostolado, a tierras de Egipto donde se supone que adquirió su Iniciación, era de carácter Gnóstico, contrario a cualquier tipo de superstición y por lo tanto tampoco podían aceptar la intermediación de los santos entre Dios y los hombres o la posterior virginidad de María tras haber dado a luz al Señor Jesús. 

La Enseñanza Apostólico Gnóstica de Jesús requería una convicción Lógica para aceptar determinados hechos. Esto se refleja en la actitud del Apóstol Tomás, cuando le solicita a Jesús, tras su resurrección, que le permita introducir los dedos en una de sus llagas para poder creer. Cosa a la que accede Jesús, aunque la Iglesia Oficial, el incidente, lo haya puesto siempre como ejemplo de la incredulidad del Apóstol.


Tanto la Endura como el Consolamentum y la transmisión del Espíritu Crístico por la imposición de manos están reflejados, de forma multiple, en las sagradas escrituras y cualquiera que desee comprobarlo solo tiene que acercarse a ellas; no obstante, sí que creemos necesario hacer una pequeña parada en el Tema de la Endura, que se ha tratado de utilizar como prueba fehaciente de la malignidad de las doctrinas cátaras y que se está transmitiendo al vulgo, aún hoy en día por comunidades interesadas, como algo así como un Suicidio Ritual.


¡En absoluto se trata de eso!

Cuando Jesús habla de nacer de nuevo se está refiriendo a un proceso iniciático que no es de carácter instantáneo y a ese proceso de muerte de lo viejo, nacimiento y crecimiento de lo nuevo, de un nuevo Ser Espiritual, el Verdadero Cristiano, es a lo que se refiere la Endura. 

Es evidente, de lo que se puede vislumbrar por lo expuesto, que ese proceso no solo es lento sino también muy duro y que hace sufrir al sujeto en cuestión; dado que, no es fácil eliminar los antiguos hábitos para sustituirlos por los hechos del Nuevo Cristiano, Ser Espiritual, que sobrevendrá en todo su esplendor a la muerte del antiguo hombre carnal que se encuentra envuelto en el Pecado de la materialidad. 

Con la aceptación de su realidad mortal, el nuevo creyente acepta su condición y permite que Cristo nazca en el corazón del antiguo hombre que cual rosa va floreciendo y pasa de capullo cerrado y latente a flor abierta con todo su aroma y esplendor. 

Una vez que Jesús ha nacido en el Corazón del Hombre comienza la Endura y, de forma paulatina, se va produciendo la transformación donde el antiguo hombre va dejando paso al Nuevo Hombre y que no es otro que el propio Espíritu de Cristo Jesús. 

El tercero y penúltimo proceso sucede, cuando el Hombre antiguo, que está aún asentado en la Cabeza, en el pensamiento del hombre, dentro de su cerebro, abandona su trono para dejar que Jesús se traslade del corazón y se siente en él. 

El antiguo Hombre se ha redimido aceptando, con humildad, su mortal condición y es entonces, cuando Cristo asume en toda su plenitud al Ser del Antiguo Hombre Viejo y dirije todo su Universo vivencial desde éste último Trono, desde el que se producirá la final y suprema transformación del Hombre Nuevo, nacido en Cristo Jesús. 

Un nuevo Hombre que no es de este mundo y que está señalado, predestinado, para la inmortalidad. Nada se habrá perdido, dado que la esencia experiencial del Ser antiguo fue salvada o redimida; pero no será ni la sangre ni la carne quien herede el Nuevo Mundo del Espíritu sino un nuevo Ser, completamente distinto; pero que mantiene la esencia de lo antiguo sin ser lo antiguo, dado que es algo completamente nuevo; pero pre-existente.

Bien, esa es la auténtica explicación del significado de la Endura de los Cátaros. 

Lo otro, lo que la Inquisición se preocupó de diseminar, con argucia, solo fue una burda sucesión de bulos, mentiras y calumnias creadas para anexionar al mundo católico a su causa de exterminio genocida. 

En el Siglo XVIII, ciertos círculos mágico-teosóficos, se acercaron a esas fantasías, desinformativas, y sobre esa falsa cimentación crearon la historia mítica que ha llegado transmitiéndose hasta nuestros días, como la verdad de los Cátaros o Albigenses y de la que se han hecho repetido eco, tanto aventureros del realismo fantástico como verdaderos profesionales de la historia.


Para terminar, solo recordemos una cosa. No hay ningún documento histórico, a parte de los archivos de la Inquisición, que puedan demostrar el carácter herético, arriano o  maniqueo y pagano de los cátaros. Es fácil exterminar la vida de los hombres; pero harto difícil eliminar su rastro histórico. Por otro lado, la Historia de los Valdenses es ampliamente conocida y se ha transmitido, en su integridad, hasta nuestro Tiempo histórico. 

Como conclusión, recordemos que para la Jerarquía de la Iglesia Católica no había diferencia alguna entre albigenses y valdenses y ello es por un único motivo. Tanto valdenses como Cátaros, Bogomilos o Patarinos no eran más que una misma cosa, los descendientes históricos de los primitivos cristianos apostólicos, formando el último eslabón de una cadena ininterrumpida desde al época de Cristo Jesús.


ARALBA

* Cuando nos referimos a CRISTIANISMO APOSTÓLICO, queremos indicar que poseían  la misma Enseñanza o Doctrina que predicaran los apóstoles contemporáneos del propio Jesús de Nazaret.